20111014

Jardines verticales

No me gustan mucho los jardines verticales... esos que tapizan muros de edificios. Si bien no son muchos los que he visto, puedo decir que al menos los que he visto en Santiago no son del todo bellos... y que su respectivo humano responsable parece tener problemas para regar (o calcular el fertitriego).

De los desastres exitosos en mi ciudad, creo que el del hotel Intercontinental se lleva el primer premio. Miro ese edificio y por mucho que trato de buscarle el lado positivo, no le encuentro nada bueno. Miro ese edificio y tengo la sensación de que está cubierto por musgo, sensación que creo que ha sido provocada por la gran sombra que proyectan las torres de enfrente (norte) durante buena parte del día, sombra que de paso no ayuda mucho a que las plantas crezcan felices. Ya ni me acuerdo si alguna vez reconocí alguna especie en ese tapiz verde, así es que tampoco puedo especular sobre sus requerimientos de agua y luz. Más fea se vuelve esa pared verde por toda la superficie que se toma. Al final, el resultado es verde, oscuro y triste. Yo creo que podría ser menos fea si el verde estuviera en franjas intercaladas con otras de ladrillo o el material con que quisieran revestir el muro: se destacarían más las franjas de cubierta vegetal. También habría sido menos triste si hubiesen preferido más plantas en su versión variegada. Le va mejor a la cubierta que está por el lado del 'Pasta e Basta': es más chica y le llega menos sombra del 'Titanium'... así es que no parece musgo.

Le va mejor también a los jardines verticales de Parque Arauco... ahora que decidieron tener plantas y justificar el nombre de Parque, pero el que muchas plantas de más abajo crezcan más que las plantas de más arriba me dice que alguien no pensó suficientemente bien... Eso, o pensó en algo que queda feo.

No sé si el papa del parque Juan Pablo II califique como jardín vertical. Tampoco lo he visto de cerca. Yo creo que es un híbrido entre jardín vertical y topiario... pero más jardín que topiario.


Tengo los pies fríos. Después de tanto anuncio, anoche llovió por fin. Me alegro de no guardar el calientacama aún. Olvidé comprar dormilinas... ¡mal!

20110917

Oh my... blog!

Puchas... tenía ganas de escribir no más. Y las sigo teniendo mientras decido de qué hablar.

Bueno, aún no muerdo empanada ni carne a la parrilla... pero sí me tocó meter las manos al ajo y a la cebolla... para hacer... ejem... pino... para rellenar... ehhh... sí, empanadas. No es que haya revuelto ajo y cebolla con las manos, pero es consabido que el sólo hecho de tocar esos bulbos picaditos hace que esos compuestos azufrados de alilos se queden pegados en mis dedos, con énfasis en las puntas (¿aprovechando de meterse bajo las uñas?) Por otra parte, he visto demasiada fonda/ramada de casa por aquí en el barrio, y todavía no es 18 (¡uy! el próximo año es bisiesto...). En todo caso, estoy empezando a sentir un poco de comprensión por la gente que tiene ganas de celebrar estas fiestas. Por cierto, las empanadas que haremos en casa son una tradición medio creada por mi madre, que jamás llega con las manos vacías a las reuniones familiares viñamarinas, y para la reunión de septiembre en vez de llevar ingredientes y comidas chinas en abundacia, lleva empanadas en abundancia (bueno, y costillas adobadas). Yo ya me aburrí de hacer tanta empanada de una sola vez, así es que últimamente sólo aporto haciendo el relleno, y por fortuna a la Sofi le gusta envolver empanadas, y con el tiempo lo hace cada vez mejor... y sí, me estoy acordando de las primeras empanadas que trató de hacer cuando pequeña.

Hoy dediqué varias horas a jugar. Anoche mi hermana dejó un mouse enchufado a mi laptop, y recordé que cuando solía usar el compu sobre una mesa -en vez de tenerlo sobre mis piernas, conmigo sentada/acostada en la cama-, también solía jugar bastante Bejeweled Blitz (en facebook). Empecé bien lento, y después se fue volviendo más automática la cosa, hasta que llegué a jugar re-bien mientras hablaba por teléfono, cosa nueva para mí. Entre medio, pasaron varias horas de juego, aunque tampoco fue una sesión continua. Cuando por fin me cansé de jugar, cerraba los ojos y veía piedritas... horror. Da miedo que un juego sea tan adictivo y enviciante (si es que existe esa palabra)... me hace sentir ludópata automáticamente, aun cuando pienso que el juego debe haber sido diseñado para eso: como cada juego dura sólo un minuto, da la sensación de que se puede intentar jugar otra vez, y que un juego más no hará daño... pero sé que no es posible jugar sólo un juego más, y así... Menos mal que no gasto dinero -directamente- en jugarlo. Menos mal... aunque pensándolo un poco, si tuviera que pagar probablemente no jugaría tanto.

También he llegado -por ejemplo- a ver ropa o zapatos tras cerrar los ojos después de un día de vitrineo intensivo. Sobre todo si la compra es por obligación (es lo peor). Igual me tinca que no soy la única que ha sufrido de aquello.

De un día para otro, pasé de dormir entre mucho, profundo y demasiado (por las noches), a dormir mal, despertarme demasiado temprano y no poder volver a conciliar el sueño salvo cuando se acerca la hora en que los demás despiertan. Dicho de otra forma, ando medio insomne otra vez... pero espero que se pase. Siempre pasa... o casi siempre ("casi siempre" es más sincero).

Los días se están volviendo más cálidos, pero yo tengo los pies fríos ¿será mala circulación por tener el computador encima? Bueno, las noches siguen frescas, y puedo imaginar que algo de invierno queda.


Me gustan las frambuesas más que las frutillas, pero normalmente prefiero comer frutillas.

20110914

Septiembre

No sé si he escrito sobre esto antes: NO me gusta el mes de septiembre.

No me gustan los días largos. No me gusta el calor. Soy cada año más alérgica que el anterior. La gente se vuelve inquieta (si yo tuviera un laboratorio farmacéutico, el nombre comercial de mis anfetaminas empezaría por "Sept-"), les aparecen las ganas de hacerlo todo... y de paso, celebrarlo todo. Y como dato anecdótico, mis bisabuelos se murieron a principios de septiembre, aunque con años de diferencia; así es que el chiste de pasar agosto no me causa mayor gracia ("pasar septiembre", sería un mejor dicho).

Igual es rico sentir que no moriré de frío por las noches. También es agradable ver a la mayoría de las especies floreciendo. Y creo que todo eso es lo agradable de la primavera.

Tengo un Aloe vera en una maceta. Uno de verdad, y no un A. arborescens ni ninguno de sus parientes cercanos con los que suele ser confundido incluso en televisión. La primavera pasada floreció por primera vez. Fue emocionante el día en que noté que venía una vara floral creciendo en vez de -y en medio de- más hojas carnosas. Luego noté que crecía bastante rápido, y no me di ni cuenta cuando ya había empezado a abrir decenas de florcitas. Unos días de floración y acabó el espectáculo, pero la emoción de ver a mi Aloe florecer se acabó antes que la floración. No vi que dejase semillas. Es difícil que me emocione por algo, y si lo hago, se me pasa pronto. Estuvo linda la floración, pero ya pasó. Este año, mi Aloe trae dos sorpresas: por una parte, la vara floral trae dos inflorescencias en vez de una, aunque una es más grande que la otra; por otra parte, viene con un hijuelo... o sea que también tendré un Aloe grande y un Aloe chico. ¿Súper...? sí, pero en realidad no. Interesante tal vez, pero emocionantemente alegre, no. Ya no me pasan esas cosas.

Sergio se emociona cada vez que siembra algo y las semillas empiezan a germinar. Yo no. Una vez, como a los seis años se me ocurrió sembrar un porotito que estaba en el refrigerador de mis papás (mis padres tenían un refrigerador en su pieza), y sí me alegré mucho. De ahí en adelante, la germinación se me hace normal... y en ningún caso es que germine todo lo que siembro, menos aún sobrevive todo lo que trasplanto. ¿Será realmente mala mi falta de emoción?

Estoy cansada de las fiestas de septiembre, tan cansada como de las fiestas de fin de año, y tan aburrida como de cumplir años. El 20 de septiembre es típico que el olor a parrilla encendida provoca náuseas, el olor a cebolla y comino reside en el tracto digestivo y es imposible deshacerse de él, y eso que hace mucho tiempo que dejé de comer hasta el hartazgo. Pero es lo único que trae el menú... así es que tampoco es mucho lo que se podría prevenir sin pasar por antisocial. En el caso de mi familia, hay que sumar la celebración del festival de la luna (o festival de otoño, o fiesta de la cosecha... en un día de septiembre u octubre, según el año) y los mooncakes: otra cosa que parece ser obligatorio comer en abundancia como si de lo contrario acabase el mundo. Pero no, el mundo no se acaba, sino que es el comestible que abunda en esas fechas, acompañado de una extraña alegría sinsentido que no requiere de alcohol para existir.

Pareciera ser que estoy al borde de perder el respeto que me queda por las costumbres, lo ceremonial y lo ceremonioso. No sé si lo pueda perder por completo; mal que mal, se trata del respeto por los demás, pero... ¿y el respeto a mí? Esto de que se vea feo pensar distinto creo que es lo peor de todo (Oh, me acordé de las noticias: CONFECH y J. Fano). Me siento rara... ¿Soy rara o estoy de verdad y completamente mal?


No tengo ningún comentario ná que ver para esta entrada, y lo siento.

20110525

¿Un Completo?

¡¿Día nacional del completo?! No creo que pueda llamarse "día nacional" sin una ley que lo indique, pero así es como lo he visto publicado y anunciado hasta en las noticias. El 15 de mayo, día nacional del pisco, pasó sin pena ni gloria (y yo creo que el pisco también es chileno), pero el día del completo... ufff, hasta despachos en vivo para el noticiario de la tarde (periodista, camarógrafo y quién sabe quién más, estorbando en un lugar lleno a la hora de almuerzo), desde uno de los locales de la cadena que ha creado este día del completo. Esa cadena de sandwicherías se llama Dominó, y sus completos no son de mi agrado por completo. Por cierto, ¿por qué se les llama "fuente de soda" a las sandwicherías, si sodas son lo que menos venden? ...y encima a éstas les llamamos bebidas. Pero bueno... ya que este año Doggis bajó el precio de sus completines (que tampoco me gustan) por un día, y Telepizza estrena 3x1, creo que pronto vamos a declarar la tercera semana de mayo como la "semana de la comida chatarra".

No es difícil imaginar que el completo chileno debe ser un derivado del hot dog. Mi imaginación dice que a falta de un embutido de calidad, el hot dog que se trató de vender en un comienzo resultó ser fome, y empezó a requerir algo más que salsas para tener gracia. Luego imagino que obtuvo el chucrut gracias a algún inspirado en el sauerkraut que acompaña a alguna buena wurst. Aún no llego a crear una historia para el aterrizaje del tomate y la salsa de encurtidos sobre nuestro sándwich nacional en su versión tradicional. Sí, acabo de llamarlo "sándwich nacional"... por sobre las marraquetas con palta y por sobre el "sánguch'e potito". Sabemos que el completo "italiano" no viene de Italia, y que recibe su nombre inspirado en los colores que trae, pero... ¿por qué palta? Otra vez mi imaginación al ataque: sume usted, gente que odia los encurtidos por el olor a vinagre, y gente que adora la palta... dan como resultado la "vienesa-tomate-palta-mayo". La gente que odia encurtidos y palta simplemente pide la versión "tomate-mayo", y la gente que ama ambos ingredientes, pide el "dinámico"... aquí falla otra vez mi imaginación, porque no sé cómo le habrán dado ese nombre (tal vez hay que moverse mucho y rápido para poder comérselo limpiamente).

En mi niñez, prácticamente vivía en un restaurant. Pero en el restaurante de mis padres no habían sándwiches sino frituras; no había "menú del día", sino una larga lista de platos para escoger ser preparados en el momento. Y -a diferencia de lo que ocurre en los hogares del otro lado del mundo- el arroz saborizado no estaba hecho con las sobras de comidas pasadas. Entonces, en mi niñez siempre hubo comida para escoger, pero no habían completos dentro de las posibilidades... hasta que alguien me mostró uno.

No sé cuántos años tenía... cinco, seis, siete, ocho... ninguno de esos números me llama especialmente la atención... tal vez el siete... o el seis... ya, me doy por vencida. No sé cuántos años tenía, pero sé que eran pocos, y sé que puedo usar la frase "tierna infancia" para describirlos. La cosa es que alguien del restaurant se compró un completo, en la fuente de soda de enfrente (el término "sandwichería" queda chico en este caso), pero para llevar, y vi a esta personita comerse ese sándwich extraño que había comprado... y definitivamente no entendí qué diablos era eso. Después de que me convidaran un poco, sólo recuerdo que me gustó, pero para entender qué era realmente, tuvo que llegar el día en que compré uno para mí.

Pasaron muchos días (tal vez semanas) antes de que pudiera tener un completo para mí. Fue un día en que tenía hambre, y mi mamá estaba especialmente ocupada en la cocina. Yo no sabía qué comer, y de verdad que tenía hambre (como pocas veces)... y de pronto se me ocurrió: ¡un completo! En ese momento, no pensaba en escudriñar el contenido del sándwich extraño. Quería comer algo, rápido... y ¿qué podría ser más rápido que comprar algo en el restaurante de enfrente? Así es que le pregunté a mi mamá si podía, y mi mamá dijo que sí. Dijo que le pidiera el dinero a la cajera y que fuera a comprar con mi nana. La cajera se espantó cuando le pedí 500 pesos para comprar un solo completo... Yo estaba pidiendo un billete, mientras que un completo costaba menos que un par de monedas grandes. Era la época en que existía el billete de 500 pesos, y yo estaba pidiendo uno de esos, porque no tenía idea de lo que costaba un completo: ciento noventa pesos (cinco pesos más y te daban una cajita de poliestireno expandido, para llevarlo). Con lo llena que me dejó, me pareció una ganga... tanto que empecé a frecuentar los restaurantes y fuentes de soda que se encontraban en las dos cuadras que separaban nuestro restaurant de la Alameda: eran cuatro, más una pizzería y otro restaurante chino. OK, "frecuentar" es un verbo un poco exagerado, porque tampoco era que comiese completos en forma compulsiva ni a diario. Lo que hacía en realidad era comprar completos en distintos momentos... y a veces un local estaba cerrado, o no tenían salchichas... así, terminé conociendo todas las fuentes de soda de la primera cuadra de Santa Rosa. Pero en estas salidas no me acompañaba mi nana, sino mi mamá. Y fue gracias a mi mamá que degusté completos en otros barrios, no porque ella me llevara a comer completos, sino porque a veces -cuando salíamos- le preguntaba si podíamos ir a comer uno.

En aquél primer completo exclusivamente mío, descubrí cosas... como el chucrut y la salsa "americana", que eran ingredientes fuera de mi alcance (el de mí-niña-chica). Hasta entonces, sí había probado el pan, y había probado los tomates crudos (en China se los comen cocidos), pero descubrí que aunque las cosas tenían sabores propios, surgían sabores nuevos al ponerlas juntas y sin revolver... y también la mezcla entre productos cocidos y crudos era nueva para mí.

Después de completos probados en varios locales, y también después de hacer completos en casa, encontré el completo que más me gustaba: estaba casi tan "lejos" como la flor de los siete colores, en el barrio, y por muchos años los compré ahí. No divulgaré el nombre del local sin haber ido de nuevo a comprobar que sigan siendo asi. Han pasado años desde que me cambié de casa, y los mismos años han pasado desde que no como un completo en aquel lugar, así es que sería irresponsabilidad máxima publicar esa información. También pienso en el señor que los hacía, y por la edad que debe tener ahora, es probable que ya no esté ahí... y no es de locos pensar que si él no está, los completos ya no sean lo mismo. ¿Qué tenían esos completos que no tengan otros?

Mis completos favoritos tenían pan y vienesa, bien calentados sobre una plancha, y debo explicar eso de "bien calentado": Se trata de que el pan quede ligeramente tostado por fuera (sin crujir) y caliente por dentro, como la vienesa. El pan además, es tipo frica, suave y de tamaño medio: ni tan grande como para esconderlo todo ni tan chico como el pan de hot dog Ideal; tampoco es cualquier masa: ni tan chiclosa como para aburrirse masticando, ni tan suave como para romperse sola (como los panes de Ideal). Las salchichas que suelen usarse para el completo nunca han sido más que comunes y corrientes, pero deben estar ahí... serán pura proteina vegetal y grasa, pero son necesarias... y es necesario que estén bien calientes, no muy calientes, sino calientes hasta el centro. El pan pasa sobre la plancha tanto tiempo como la vienesa.

Mis completos favoritos sí contenían salsa americana y chucrut. La salsa de encurtidos debe ser de buena calidad: los pickles están muuuy finamente picados, nunca molidos; y el vinagre escurrido por completo. Esto último también aplica para el chucrut, que además ha sido aligerado con un poco de agua para quitar el exceso de vinagre. Al comer mi completo favorito no había problemas con las largas tiras de repollo que se salen casi como ovillos, arrastrando tomate y mayonesa con ellos, o que hay que comer como si fueran spaghetti (en ese caso, yo sería la dama, y mi hot dog, el vagabundo) del que da miedo tirar incluso con los dedos, para evitar la posibilidad del ovillo ya descrito... no, en mi completo favorito eso no ocurría, porque hay un señor que picó el chucrut con antelación, aunque no lo ha picado en demasía, porque el chucrut sin su forma no sería lo mismo.

Mis completos favoritos tenían tomate picado en cubitos pequeños; el mismo señor que picaba el chucrut con anticipación, picaba el tomate mientras se calentaban el pan y su vienesa. "Cubitos pequeños" son cubitos de medio centímetro, aproximadamente, que en ningún caso parecían salsa. Tampoco escurría el jugo en demasía, no sólo porque picaba los tomates en forma exclusiva para cada pedido (aunque estaban rebanados desde antes... para las pizzas), sino porque la sal sólo llegaba -en cantidad justa- después de que los cubitos estuviesen sobre mi sándwich, listos para recibir su dosis de mayonesa casera, batida a mano, hecha con un huevo, mucho aceite de maravilla y -de nuevo- la cantidad justa de sal.

Mis completos favoritos tenían la particularidad de ser armados con un tenedor. Un tenedor limpio con el que las manos del señor del chucrut y del tomate, ponían las cosas en su lugar. El tenedor bajaba a buscar un poco de salsa americana y luego un poco de chucrut, y ponía cada cosa en su lugar, presionando un poco para que nada se salga fácilmente de su lugar, sin poner nada de más, y -lo más importante- sin poner menos de nada. El tomate llegaba a su lugar gracias al cuchillo de medio golpe y de buen tamaño que el señor usaba también como pala/espátula, pero el tomate se asentaba gracias al tenedor, y era preciso hacer entrar todo el tomate que se había picado (tres a cuatro rebanadas por completo). Con todo bien puesto sobre el pan, la mayonesa escurre, y nada se mueve, salvo algún cubito de tomate en los extremos de mi completo perfecto.

Habiendo descrito los detalles de mi completo favorito, ¿puedo gustar de un completo Dominó? O sea... estamos hablando de un pan blandito y medio chicloso, que se calienta rápido y apenas, al que le ponen una salchicha frita (una salchicha frita no necesariamente cruje) porque es la manera más rápida de calentar una salchicha. Luego le pondrán sus otros ingredientes, que -no sé cómo lo hacen, pero- al final se caen fácilmente cuando hay una víctima que trata de comerse el completo final... en especial el tomate, que viene no sé si en cubos grandes o en salsa... o las dos cosas al mismo tiempo, y los cubos ya no pueden llamarse cubos ni nada por el estilo porque están lejos de tener aristas definidas, después de quien sabe cuántas revueltas de cuchara. ¿Y la salsa tártara que no es tan tártara (pero es insípida y bien aguada)? Lo único que puedo disfrutar en un completo de Dominó, es la salsa verde (que no es tan verde)... es que no es fácil encontrar un completo con cebolla, como tampoco es fácil armarse de paciencia para ir a equilibrar algo que sé que va a perder parte de sus ingredientes antes de que me los pueda comer. ¿Mencioné que mi completo favorito normalmente se podía comer entero, sin perder un gramo de él?

También podría despotricar contra Doggis... pero me cansé de escribir, aunque tengo algo mejor: El completo (da lo mismo si es Doggis o Dominó) es el reflejo de Chile: el completo parte como hot dog, sencillo, pero no le gusta a nadie, le ponen más cosas, le sacan cosas, le quieren cambiar lo que tiene... nunca nadie está conforme, siempre hay que hacerle un cambio o una excepción para que sea aceptado. Al final, cuando ya están conformes, no se lo pueden comer bien, porque aunque tiene todo lo que quieren, está mal hecho.


Al parecer, llevaba un buen tiempo sin escribir.




Nota: Me dicen que Doggis inventó el día del completo y que es justo un día antes del aniversario de Dominó. Sea como sea, mi completo perfecto sigue ahí.

20110309

Microondas

Hace algunos-cuantos-varios años, tener microondas era genial. Era genial porque no me importaba que el pan se volviera chicloso: lo importante era que el queso se derretía rápido. Con el tiempo, la emoción de calentar el pan con queso en el microondas fue decreciendo, y aumentando la decepción con cada pan chicloso que se volvía duro, o cada pan que terminaba bañado en queso-agua mientras el resto del queso se perdía en el plato. Algunos podrían alegar que eso no era tan malo, porque el queso seco se transformaba en una especie de galleta de queso... que a mí nunca me pudo gustar mucho.

Así, con el tiempo, empecé a valorar el pan tostado: crujiente por fuera (con su ligero olor a quemado), suave por dentro, y -dependiendo del grado de tostado- recalentable entre una y dos veces, sin perder sus encantadoras propiedades originales. Ah! y manteniendo el queso más o menos en su lugar. Divino.

Se comprenderá entonces lo terrible de una pizza hecha en microondas, o un sándwich... y que más encima se venda por un precio tres veces mayor al que se ofrece en una cafetería escolar!! Así la comida pierde hasta el encanto que no alcanzaba a notársele antes... mal-mal-mal. Terrible (ya lo sufrí en Gelato's de paseo Estado, y en Dulces Millahue de ruta 68 en dirección a Santiago).

Yo prefiero el horno de convección, eléctrico... mientras más compacto, mejor (aún no tengo uno). El microondas que se quede para la comida que contiene mucha agua, y para calentar comida ya preparada. Nada más.


El mundo me parece más feo que antes.

20110303

La diferencia entre los meses de febrero y marzo, es que en marzo la gente está, y está alterada ya. Hasta yo me alteré ayer: Vicuña Mackenna, entre 4:30 y 5 pm, con máquinas atravesadas en ¡tres! puntos de la avenida (y no supe más porque no anduve más por ahí), y cortando dos de tres pistas. Volviendo a lo anterior... bueno, me preguntaba por qué a la mayoría le gusta salir de vacaciones en febrero; si todos salen de la ciudad al mismo tiempo, ocurre que los lugares de veraneo se llenan al mismo tiempo, ¿no? Y es estresante andar por una avenida-costanera buscando estacionamiento... y sin auto, el sólo hecho de llegar a una playa/camping/parque lleno, ¿no es también estresante? Y para el regreso, la misma cosa: todos usando las mismas carreteras al mismo tiempo... y finalmente, todos corriendo en marzo, al mismo tiempo. Si alguien recargó sus pilas, debe haberlas gastado instantáneamente en cada aglomeración ("las agotaron en el peaje", dijo mi amiga Claudia).

Fuera de las vacaciones, parece que a la gente -en el fondo- le gusta esa tensión provocada por la presencia de otras personas, aunque vivan quejándose de ello; basta ver cómo un local lleno sólo atrae más gente, aunque hay que admitir que a veces la multitud tiene razón: sea lo que sea, es más barato o es más rico en ese local lleno. Pero creo que la gran mayoría de las veces la cosa no es tan cierta, incluso si se trata de un lugar famoso (ups... me acabo de acordar de las empanadas de La Picá de Huentelauquén: 2 de 3 salieron llenas de queso... que no era queso puro, o era puro queso mal hecho; primera vez que iba y no pretendo volver pronto). Ni la cara de los clientes felices me podrá convencer de lo contrario... es que la mayoría se conforma con tan poco que no soy capaz de confiar en ellos.

Cambiando de tema, el cumpleaños mío de este año pasó sin ganas de ser celebrado. No es que no quisiera cumplir años, sino más bien, que no sentía nada. Nada bueno, nada malo. Nada. (...) OK, sí sentía algo malo: todos felices por mi cumpleaños, y yo sin entender por qué era tan bueno estar de cumpleaños. Me pasa seguido esto de no entender nada: Sergio puso repisas en su bodega, pudo bajar algunos cachivaches, y él estaba feliz. Lo siento mucho, pero para mí sigue siendo una bodega y ya; puedo decir que quedó bien, pero nada más.

Yo creo que no siento, pero mi nariz... uf! Mi olfato da susto... estoy como cuando chica, en que sentía un olor que no me gustaba y me ponía a llorar, o a toser, o a aguantar la respiración, o todo lo anterior. Así mismo ando... aunque lo que más hago es toser; hay días en que no soporto ni el olor de mi cara, y entonces me lavo la cara, pero sin jabón (en días así, el riesgo de alergias pasan a segundo plano: el olfato manda). ¿Será mi nariz la que me impide disfrutar de la comida normal? Porque de las... no sé... ¿ocho? veces que comí afuera durante febrero, creo que disfruté una sola... dejémoslo en una y media; después de eso, McDonald's ha pasado de ser comida normal a ser comida divina (ya se le va a quitar).



El día en que mamá y hermanita volvieron a Chile fue raro... me puse a llorar. No sé si era angustia, ansiedad o rabia. Sé que no era nada bonito, menos para una bienvenida. Todavía no sé qué pasó, excepto que mamá y hermanita volvieron a casa, sanas y enteras.

20110222

"Más trillado que..."

¿No es desagradable escuchar demasiadas veces una misma palabra? Suma (o resta, como quiera usted) puntos cuanto más rebuscada es... y multiplica puntos cuando -además- está mal utilizada. Mal, y puede ser peor: en ese caso, iría con bonus si la palabra es extranjera y existe un término equivalente en español, o en su defecto ya se ha castellanizado. Basta ver en nuestra televisión cualquiera de los noticiarios disponibles.

Pero en estas semanas, hay dos palabras que me ya tienen harrrrta: una es gourmet, y la otra es boutique. Hay que aclarar que nada tengo contra los alimentos más exquisitos ni con las pequeñas tiendas exclusivas. El problema está en todo "emporio" (palabra que voy a odiar pronto) y café que manosea el término gourmet... básicamente, parece haber tanto negocio gourmet que no hay espacio para otro, pero otro nace más pronto que pronto, y se cree diferente, y más exquisito, y más... ¿gourmet? que el anterior. La triste realidad es que cada nuevo emporio gourmet sólo vende más queso "de campo"(*), más mermeladas varias (ojalá de sabores extraños), y más... todo lo que se pueda hacer de forma artesanal en algún lugar de Chile. Por lo menos yo, no me atrevería a preguntar por sal de Cahuil: me sentiré extraterrestre con las miradas que seguramente recibiré; sin embargo, es posible preguntar por cualquier alimento con merkén... aunque no por el merkén mismo (me tinca que así no lo tienen).

Ya no me sonaba bien la palabra boutique cuando veía tiendas de ropa bien fea o malhecha por allá en las galerías del centro. El término "hotel boutique" suena re-bien, hasta que se descubre que cualquier dueño de hotel chico tiene la genialmente mala idea de decir que su hotel es boutique, por lo chiquito no más. Y así, esta semana descubrí que existe una "clínica boutique", pero no estoy segura de entender de qué se trata. ¿Se supone que es más linda, más chica, más agradable? ¿Trae médicos que sólo operan poquito y chiquito? ¿Sirve pa descansar? ¿Viene con su spa incluido, como los nuevos hoteles-boutique? Confiamos en que tienen equipo para RCP, porque no queda de otra. ¿Cómo me iría con un local llamado Boutique Gourmet?


(*) de campo: forma bonita de decir que los productos fueron elaborados por una pequeña empresa que por fortuna y por desgracia, nadie conoce.

20110211

Dormir mal

Hay gente que no me cree cuando les cuento que duermo mal desde que tengo uso de razón. Más les cuesta creer que lo mejor de que alguna vez me hayan diagnosticado depresión, fue que me recetaron clonazepam... pa dormir más de noche que de día. Hace rato que no tomo medicamentos con estrella verde en su envase... estrellas azules tampoco... pero hace rato que ya asumí que dormir mal es natural en mí.

Tan natural puede ser mi mal dormir, que siempre, SIEMPRE entiendo perfecto cuando alguien me cuenta que pasó mala noche: es que en ese sentido, aún no escucho algo que no me haya tocado vivir. ¿Unos cuantos ejemplos? Lea usted:
  • Clásicos: el problema pa quedarse dormido y el despertar demasiado temprano.
  • Despertar en plena madrugada y no poder pegar un ojo.
  • Despertar (bien despertadamente) en plena madrugada, después de haber dormido cuando mucho un par de horas, y sentir que es hora de levantarse YA, cuando faltan cinco o seis horas para eso.
  • Despertar varias veces por la noche, y tener problemas para conciliar el sueño cada vez, o tener la suerte de poder dormirse de inmediato cada vez.
  • Despertar varias veces por la noche, a intervalos fijos (cada hora, o cada dos horas...) O bien, sin frecuencia aparente.
  • Soñar demasiadas cosas (o dormir demasiado profundo, varias veces por noche), incluso hasta el punto de no saber si se está en el mundo real o en el mundo de los sueños.
  • Tener SERIOS problemas para despertar... por la falta de sueño provocada simplemente por haber dormido mal, porque un sueño realmente demandante se apodera del durmiente... o porque el cuerpo se quedó tieso (sigue durmiendo) mientras la pobre mente trata y trata y trata de convencerlo de que ya era hora de despertar... hace rato.
 Anoche dormí mal: es sólo por eso que se me ocurren escribir estas cosas. Pero hoy estoy en casa, tomé mi dormilina de cada noche y siento que Morfeo ya viene.


Anteayer fui a patinar, y mi brazo derecho duele como si hubiese hecho ejercicio con él. Mal.

20110131

Tengo que confesar que...

Confesaré que he pasado más de dos horas viendo qué cosas venden en thinkgeek.com... y hay varias que me gustaría tener. Confieso también que duermo siesta cuando paso la tarde en casa de pololo, porque él duerme siesta cuando está en Sergiolandia. Y confieso que duermo tan profundamente que llego a fase REM: durante el sueño de la tarde de ayer, quería subirme a un tren, pero no podía... siempre había gente. Se iba un poco de gente y llegaba otro poco de gente -como en el metro- pero yo no alcanzaba a subirme. Perdí dos trenes. Traté de subirme a los carros en que nadie se subía, pero eran de carga (uno de ellos estaba lleno de ataúdes viejos). Incluso traté de subirme a lo bruto, como los demás, pero tampoco pude. Al final, después de no entender por qué no era capaz de subirme al carro de carga que no estaba lleno, traté de irme caminando, pero aunque caminaba, no tenía idea de dónde estaba ni a dónde iba...

La noche anterior volví a soñar que volvía a la universidad, pero esta vez estudiaba Comercial. Y como en el sueño del día siguiente, no tenía idea de lo que hacía ahí. Mi amiga Magda lo tenía todo claro, pero yo no. Después la cosa se volvió una película, arrancando de alguien desconocido, sin saber si quien se asoma por la puerta es el perseguidor u otro perseguido. Pero no era película de terror... ¿¿tal vez una de suspenso?? Anyway, queda claro que no tengo idea de dónde estoy parada, ni a dónde voy, y que por mucho que quiera, no me parezco al resto de la gente (tengo claro que eso de querer ser tonta no va a funcionar).

Estoy de vacaciones: no-psicoloco, no-loquero, no-dentista por un buen rato. Hummm... falta apodo pal dentista... ¿dientólogo? ¿ligadiente? ...nah, creo q de momento "dentista" ya suena como apodo de "odontólogo", aunque suene re-normal. En fin: en eso consisten mis humildes vacaciones... no se descarta la posibilidad de salir de paseo por ahí, aunque preferiría pasear en temporada baja (ésa soy yo: siempre queriendo evitar el horario peak).

Sergio suele molestarse cuando le digo que el motivo por el que no quiero ir a su depto (por la tarde de un día de semana) es el exceso de gente en el metro. Yo me molesté cuando me dijo que no le gusta comer pescado con espinas cuando tiene hambre. Supongo que en el fondo es lo mismo, pero no hay caso: él seguirá molestandose porque el amor no es suficiente motivación pa aguantar las aglomeraciones de las seis de la tarde, y yo seguiré molestándome porque el hambre no es suficiente motivación para comerse el pescado, o el pollo... o cualquier animal muerto que contenga sus huesitos. Como este blog es mío, tengo que aclarar que el pescado cocido sin filetear es obra de mi hambre, del querer comer lo más pronto posible... lamento que mi pololo necesite satisfacer el hambre de una forma cada vez más cómoda (la intensidad de su hambre es directamente proporcional a la cantidad de comida requerida, y a la facilidad con que ésta pueda ser consumida). Si en momentos como estos yo odio a su madre por ofrecerle siempre más comida-siempre-lista, ¿odiará él a la mía, que siempre prefiere evitar las aglomeraciones?


Me duele la guata... necesito almorzar.

20110106

Estoy cansada... otra vez

Hoy me duele todo... si supiera los nombres de cada músculo que me duele... Bueh, en realidad no me duele todo. Sólo los brazos, parte de la espalda, y mis abdominales. Había olvidado lo que se sentía ejercitar los abdminales; eso sí, no anduve haciendo ejercicio típico abdominal sino patinando una hora, en hielo. La Sofi demanda entretención en sus vacaciones de verano antes de que se vaya de viaje al invierno del otro hemisferio, y aunque suene contradictorio, quiso ir a patinar en hielo. Han pasado más de 30 horas desde tal evento, y mis brazos se sienten mal. Ni siquiera sé qué hice para que me dolieran así. Supongo que el dolor en abdominales se debe al equilibrio que costó mantener después de tanto tiempo sin andar en patines... y de andar en patines que no son míos, pero los brazos... ni idea. No creo que haya sido la caída (segunda caída memorable, la primera en hielo) que me dejó unos cuantos moretones, una herida chica y el recuerdo de la tendinitis... la cosa es que me duelen los brazos y no entiendo aún por qué. Ése es el problema: no entiendo. Y mañana la Sofi quiere jugar bowling... ahí sí que me hago mierda un brazo... si es que juego. Definitivamente, necesito un masaje en los brazos, y en la guata tb!

Tengo la sensación de que mis padres desean encontrarme un trabajo... y siempre tienen que pensar en mí como secretaria... como si la única wevada que puediera hacer bien fuera escribir cartas, enviar e-mails, contestar el teléfono, imprimir documentos, averiguar el procedimiento de trámites varios... Agghhh! Me canso... pero de la gente. ¿Se nota? (En este minuto la Sofi se queja de lo mal que lo va a pasar en su ida a China y las vacaciones que va a perder acá). Y me duele la cabezota, también.

Otro cambio de tema. En los últimos días he visto como tres sofás tirados a la calle. ¿Qué onda? ¿Seré la única que piensa en que un sofá no se tira así como así? Yo pienso que primero debieran sacarse todas sus partes blandas para ver si la estructura aún sirve de algo. Si no sirve pa otro sofá, al menos sería bueno desarmar el armazón y dejarlo reducido a palos sin mayor gracia que servirán para otra cosa, si no a mí, entonces a otro.


A veces pienso en el síndrome de Diógenes... y me siento algo identificada.