Cuando era yo una linda niñita que iba al colegio, existía una pregunta que odiaba responder, una pregunta que ni siquiera me gustaba escuchar: ¿Qué quieres ser cuando grande?
Es que por mucho que pensaba no sabía qué responder. Al final respondía, pero la respuesta cambiaba cada vez que me hacían la pregunta... al final, era más por responder algo que por responder en serio. Como a los cinco años, le pregunté a mi mamá "¿Qué voy a ser cuando grande?" y creo que mi mamá respondió preguntándome a mí. Luego dije "¿Qué quieres que yo sea cuando grande? Y la respuesta fue -obviamente- algo "que te haga tener mucho dinero". Y yo pregunté -lógicamente- cuáles eran esas cosas... y vino la respuesta con carreras hipertradicionales. Sólo sabía que la palabra "abogado" no me gustaba, y dejé de pensar en lo que sería cuando grande. Ahí fue cuando comencé a dar una respuesta cualquiera... lo primero que se me ocurriera en el momento. En el fondo, simplemente no quería elegir... ni en serio ni en broma (o juego).
Pasó el tiempo, y yo seguía sin saber qué me gustaría hacer cuando fuera grande. Pasó más tiempo, y me costaba decidir... cambiaba de opinión todo el tiempo, pero mis respuestas tendían a repetirse por un tiempo. El detalle es que al conjunto de respuestas se iban agregando más y más opciones. Ahora quería ser de todo, pero ya tenía alguna idea de lo que se trataban las cosas. De todas formas, me dije que decidiría más adelante... pero no resultó. Nunca elegí nada de verdad. Tan indecisa andaba por la vida que llegué a creer que cualquier motivo era bueno mientras ayudara a elegir. Mientras el resto del mundo se alegra con 750 puntos... yo tenía la sensación de que no servían para nada. En realidad sirven para hacer lo que uno quiera pero... ¿Y si no sé qué quiero? OK, bachillerato: algo y nada, al mismo tiempo, pero ayudó bastante poco en cuanto a decisión se trata. Carrera escogida, estudiada... y tiendo a creer que nada me puede gustar lo suficiente.
Oh! Me acordé del profe que decía "yo soy fotógrafo, e ingeniero... en mi tiempo libre". Creo que voy por algo del mismo estilo.
Ando un poco cansada... de pensar.
20100322
Hyper!
Cueeeeek!!! No sé qué me pasa... creo que tengo alguna idea de lo que me pasa, pero en ningun caso... ay, qué iba a decir??? Noooo... Bueno, ando aceleradita... ando como nerviosa... No me he movido de mi cama ni despegado del computador desde hace como media hora, pero siento que tirito todo el tiempo. Ansiedad? Sí! Eso es, ando ansiosa-ansiosa-ansiosa... creo que no más espressos dobles para mí cuando tengo el estómago vacío. Quiero saber cuánto dura el efecto de la Rita(lina)... Olvidé que Av Andrés Bello sólo tiene un sentido en hora peak (sí, me metí contra el tránsito de las 20 h, pero por diez o quince metro sno más :s) No me siento concentradísima al volante (como siempre), no veo a todos los peatones ni a todos los perros (sí, me toca frenar fuerte), me he puesto a conversar mirando a mi interlocutor-copiloto (yo no hacía eso!! cuando me doy cuenta me da sustooo), y hasta miro el paisaje como si fuera arquitecto extranjero que viene a Santiago por primera vez. Iwal eso último se ha vuelo menos frecuente... ojalá sea el efecto (placebo o no) de doña Rita.
Ehh... sí, así como iba contando, toi tomando esas cosas que le dan a los niños no tan niños que traen DAA. En realidad me cuesta establecer prioridades entre las cosas que tengo ganas de hacer. Efectos secundarios de haber tenido depre: la búsqueda de bienestar y sensación de felicidad se vuelve en contra. Hay cosas que hay que hacer, hay cosas que quiero hacer, hay cosas y cosas... todo se me mezcla en la cabeza, como si fuera un enjambre de abejas en campo de flores abiertas, y como si todas las flores fueran iguales. Normalmente no me cuesta mantener la atención (obviamente no al mismo nivel) en dos cosas, pero ahora último... ehhh... (...) Ah, sí... cuesta harto. O sea, en verdad no es que cueste, sino que molesta. Molesta tener muchas cosas dando vueltas y que ninguna pese más que otra, porque yo sí quiero elegir una por sobre las demás, o darle más valor a una que a otra... pero no puedo. Estoy entre lo que quiero hacer y lo que debería estar haciendo... y no sé qué cosa me importa más que la otra. La última vez que tuve a doña Rita en la lista de fármacos de Layzcita, era que se me olvidaban las cosas. Olvidaba lo que había hecho, y olvidaba lo que no había hecho (creyendo que sí había hecho). Horrible. Creer con toda y sincera confianza en algo, y que ese algo no exista... ¡y peor! ...que lo haya inventado yo, y sin querer!!! ¿Cómo se sentirán los cleptómanos al darse cuenta de que roban? ¿Y la gente que tiene alzheimer? Ay, pobre gente... yo sí me imagino cómo se sienten.
Volviendo al asunto de las abejas y las flores... ocurre que hay plantas con flores bieeeen rascas, pero que necesitan ser polinizadas sí o sí (hay casos en que el espíritu santo, o ciertas "hormonas" vegetales me transforman la flor en fruto; para el resto de los casos, necesitamos polen funcional en el momento y lugar correcto). Así pues, me siento como abeja en plantación de kiwis (durante floración, obvio), que no sabe si ir tras el abundante polen de kiwi que viene en flor fea y sin néctar, o ir tras el polen de la maleza circundante (será menos polen por flor, será más largo el recorrido, pero son flores bellas y con néctar... ñami! ...total, el polen no es pa mí).
Y siguiendo con temas relacionados... o algo relacionados... se me ocurrió podar un par de arbolitos (y algunos arbustitos) en casa de Sergio. Y resucitó la tendinitis. Viene de repente, y se va de repente. De hecho, no sé qué hago escribiendo aquí. Es que la ansiedad me decía que apretara botoncitos... en realidad la ansiedad no me decía mucho, pero apretar botoncitos sin tener que pensar mucho ha ayudado bastante: Ya no tiritan mis manos. Creo que ya me puedo ir a dormir.
Fui a una grabación de Los Improvisadores (ViaX). Estuvo genial.
Ehh... sí, así como iba contando, toi tomando esas cosas que le dan a los niños no tan niños que traen DAA. En realidad me cuesta establecer prioridades entre las cosas que tengo ganas de hacer. Efectos secundarios de haber tenido depre: la búsqueda de bienestar y sensación de felicidad se vuelve en contra. Hay cosas que hay que hacer, hay cosas que quiero hacer, hay cosas y cosas... todo se me mezcla en la cabeza, como si fuera un enjambre de abejas en campo de flores abiertas, y como si todas las flores fueran iguales. Normalmente no me cuesta mantener la atención (obviamente no al mismo nivel) en dos cosas, pero ahora último... ehhh... (...) Ah, sí... cuesta harto. O sea, en verdad no es que cueste, sino que molesta. Molesta tener muchas cosas dando vueltas y que ninguna pese más que otra, porque yo sí quiero elegir una por sobre las demás, o darle más valor a una que a otra... pero no puedo. Estoy entre lo que quiero hacer y lo que debería estar haciendo... y no sé qué cosa me importa más que la otra. La última vez que tuve a doña Rita en la lista de fármacos de Layzcita, era que se me olvidaban las cosas. Olvidaba lo que había hecho, y olvidaba lo que no había hecho (creyendo que sí había hecho). Horrible. Creer con toda y sincera confianza en algo, y que ese algo no exista... ¡y peor! ...que lo haya inventado yo, y sin querer!!! ¿Cómo se sentirán los cleptómanos al darse cuenta de que roban? ¿Y la gente que tiene alzheimer? Ay, pobre gente... yo sí me imagino cómo se sienten.
Volviendo al asunto de las abejas y las flores... ocurre que hay plantas con flores bieeeen rascas, pero que necesitan ser polinizadas sí o sí (hay casos en que el espíritu santo, o ciertas "hormonas" vegetales me transforman la flor en fruto; para el resto de los casos, necesitamos polen funcional en el momento y lugar correcto). Así pues, me siento como abeja en plantación de kiwis (durante floración, obvio), que no sabe si ir tras el abundante polen de kiwi que viene en flor fea y sin néctar, o ir tras el polen de la maleza circundante (será menos polen por flor, será más largo el recorrido, pero son flores bellas y con néctar... ñami! ...total, el polen no es pa mí).
Y siguiendo con temas relacionados... o algo relacionados... se me ocurrió podar un par de arbolitos (y algunos arbustitos) en casa de Sergio. Y resucitó la tendinitis. Viene de repente, y se va de repente. De hecho, no sé qué hago escribiendo aquí. Es que la ansiedad me decía que apretara botoncitos... en realidad la ansiedad no me decía mucho, pero apretar botoncitos sin tener que pensar mucho ha ayudado bastante: Ya no tiritan mis manos. Creo que ya me puedo ir a dormir.
Fui a una grabación de Los Improvisadores (ViaX). Estuvo genial.
20100312
Ahora tiemblo
Llevo días creyendo que tiembla. No creía que fuera pa tanto. Pensaba que estas cosas le pasaban sólo a la gente alharaca o angustiosa por naturaleza. No paso el día sintiendo temblores, pero por algunas horas, después de cada réplica fuerte, siento que tiembla... pero no es cierto que esté temblando.
No me asusté con el cuasiterremoto ni con sus réplicas inmediatas. No creo que los temblores me parezcan algo normal, porque sí me toman por sorpresa. La cosa es: me sorprendo, me dedico a sentirlo, y espero a que termine, eso es todo. Entre medio, la conciencia funciona a escondidas, recordando si hay o no hay algo que deba preocuparme porque puede caerse sobre mí.
Sólo una réplica me asustó hace poco, gracias a una sola sacudida fuerte, más encima en mi cama, medio sentada, recostada sobre la cabecera, con la cabeza apoyada en el respaldo de la cama... me pegué. Y como soy humana, en estos momentos estoy lista pa pegarme de nuevo si la tierra nos regala otra sacudida violenta (mi cabeza se apoya en el mismo respaldo de madera).
Hoy fue un día de adicción a internet. ¿O no tanto? La cosa es que estuve todo el día leyendo emol, facebook, y todos los links que salieran de ahí. Hasta desactivé el facebook filter que instalé pa no ver más wevadas de la cuenta. Hay días en que me pasa esto. Y cada vez que pasa lo odio más. Pareciera que el exceso de información es adictivo. Es cosa de mirar todos los papers sobre floración y polinización y todo lo que se relacione con ello... Hay gente que entrega sus proyectos de título con una bibliografía que no alcanza ocho fuentes, y yo tengo esas ocho multiplicadas como por siete. Ahora (tres segundos después) creo que no es exactamente el exceso de información lo adictivo, sino el hambre de saber; el exceso de info es sólo la forma en que aumenta la probabilidad de encontrar cosas que quiero saber.
Hace días que veo las noticias a cada rato. También van varios días de revisar facebook más de dos veces por día, y lo mismo con los e-mails. Parece que quiero saber algo... parece que es la misma ansiedad que arrastro desde antes de mi anterior posteo, y que se fue a toda página web que parezca interesante.
(minutos después)
En realidad ando terriblemente ansiosa. Yo creía que me estaba haciendo amiga de Morfeo, pero ya no lo creo: he dormido siesta dos días seguidos, o sea que Morfeo juega sucio. Mi manía oculta se ha hecho más presente. También he revisado las visitas que hemos recibido mi blog y yo, lo cual no es habitual (mucho menos dos veces en un día) pero me ha servido para descubrir que mi posteo estrella es aquél en que me pregunto por el significado de desapercibido (al parecer es la gran duda en México), y para saber que alguien busca la no-palabra destrellante (la cual se me ocurrió el día en que quise tener blog nuevo). También ha contribuido a la ansiedad, porque la personita que puso la no-palabra en google estaba conectada desde la FAIF, y me hace sentir un poquito perseguida, pero no tanto como cuando me perseguían de verdad.
Varias veces en la vida he pensado en que me gustaría ser tonta, para darle menos vueltas a las cosas, para preocuparme menos, para disfrutar más...
...Ignorance is bliss, aunque después cambie de opinión.
No me asusté con el cuasiterremoto ni con sus réplicas inmediatas. No creo que los temblores me parezcan algo normal, porque sí me toman por sorpresa. La cosa es: me sorprendo, me dedico a sentirlo, y espero a que termine, eso es todo. Entre medio, la conciencia funciona a escondidas, recordando si hay o no hay algo que deba preocuparme porque puede caerse sobre mí.
Sólo una réplica me asustó hace poco, gracias a una sola sacudida fuerte, más encima en mi cama, medio sentada, recostada sobre la cabecera, con la cabeza apoyada en el respaldo de la cama... me pegué. Y como soy humana, en estos momentos estoy lista pa pegarme de nuevo si la tierra nos regala otra sacudida violenta (mi cabeza se apoya en el mismo respaldo de madera).
Hoy fue un día de adicción a internet. ¿O no tanto? La cosa es que estuve todo el día leyendo emol, facebook, y todos los links que salieran de ahí. Hasta desactivé el facebook filter que instalé pa no ver más wevadas de la cuenta. Hay días en que me pasa esto. Y cada vez que pasa lo odio más. Pareciera que el exceso de información es adictivo. Es cosa de mirar todos los papers sobre floración y polinización y todo lo que se relacione con ello... Hay gente que entrega sus proyectos de título con una bibliografía que no alcanza ocho fuentes, y yo tengo esas ocho multiplicadas como por siete. Ahora (tres segundos después) creo que no es exactamente el exceso de información lo adictivo, sino el hambre de saber; el exceso de info es sólo la forma en que aumenta la probabilidad de encontrar cosas que quiero saber.
Hace días que veo las noticias a cada rato. También van varios días de revisar facebook más de dos veces por día, y lo mismo con los e-mails. Parece que quiero saber algo... parece que es la misma ansiedad que arrastro desde antes de mi anterior posteo, y que se fue a toda página web que parezca interesante.
(minutos después)
En realidad ando terriblemente ansiosa. Yo creía que me estaba haciendo amiga de Morfeo, pero ya no lo creo: he dormido siesta dos días seguidos, o sea que Morfeo juega sucio. Mi manía oculta se ha hecho más presente. También he revisado las visitas que hemos recibido mi blog y yo, lo cual no es habitual (mucho menos dos veces en un día) pero me ha servido para descubrir que mi posteo estrella es aquél en que me pregunto por el significado de desapercibido (al parecer es la gran duda en México), y para saber que alguien busca la no-palabra destrellante (la cual se me ocurrió el día en que quise tener blog nuevo). También ha contribuido a la ansiedad, porque la personita que puso la no-palabra en google estaba conectada desde la FAIF, y me hace sentir un poquito perseguida, pero no tanto como cuando me perseguían de verdad.
Varias veces en la vida he pensado en que me gustaría ser tonta, para darle menos vueltas a las cosas, para preocuparme menos, para disfrutar más...
...Ignorance is bliss, aunque después cambie de opinión.
20100310
Ay, cresta!
Me estoy poniendo ansiosa... no sé muy bien de qué o por qué. Algo relacionado con las ganas de hacer algo que no sé qué es. Perdí un día yendo a Copiapó, acompañando a papá. Al día siguiente, lo acompañé en trámites varios, firmas, inscripciones, visita al yacimiento, búsqueda de planta pa chancar... Y perdí otro día volviendo a Santiago, y taaan relajado que andaba mi padre: cero apuro, sobremesa tras desayunar, paseo por un yacimiento abandonado, sobremesa tras el almuerzo... evidentemente perdí mi cita con el loquero. Y de sólo imaginar la histeria que todavía padece la gente, supe que tampoco conseguiría otra hora para esta semana. ¿Y decirle "papá, apúrate q tengo hora con el psiquiatra"? Nah, en ese caso se habría demorado más todavía... o me habría vuelto a requete-repetir que no necesito ir al psiquiatra, que sólo pierdo la plata yendo p'allá, pa dejarme en la estación de metro más lejana que recuerde.
La gente (e incluyo a mi papá) disfruta cuando gasta plata... y mi papá se siente súper papá cuando me ofrece dinero, o cuando me dice que compre... ¿Y mi papá habla de perder plata? Ná que ver con mi mamá. Para ella todo es caro, y los gastos son sólo por necesidad... o por seminecesidad, cuando se trata de aprovechar la oferta. Así es como podemos tener carne -congelada- por meses, o ser el objeto de saqueo después de los almacenes y supermercados cercanos: si un Kg de carne cuesta 4 lucas en vez de 6, entonces mi madre comprará carne como si preparase un asado para 20 personas. Lo mismo con la salsa de tomates, el arroz, o los fideos. Todo porque se puede guardar.
Llegó mi mamá, llegó con Sofi, y volvió esa envidia que se tienen mi hermanita y mi pololo. David prácticamente no habla español, y a la Sofi le cae demasiado bien. Sergio habla español-castellano-de-Chile, y a la Sofi no le gusta que pase tiempo con él... con suerte lo saluda. Parece que la relación entre ellos nada tiene que ver con el idioma. La Sofi pide y pide que David venga a Chile, y lo pasa bien cuando Sergio se queda a alojar. No la entiendo mucho.
He pasado varias noches sin dormilinas. No me va perfecto, pero me va bastante bien... Ahora mismo tengo sueño.
La gente (e incluyo a mi papá) disfruta cuando gasta plata... y mi papá se siente súper papá cuando me ofrece dinero, o cuando me dice que compre... ¿Y mi papá habla de perder plata? Ná que ver con mi mamá. Para ella todo es caro, y los gastos son sólo por necesidad... o por seminecesidad, cuando se trata de aprovechar la oferta. Así es como podemos tener carne -congelada- por meses, o ser el objeto de saqueo después de los almacenes y supermercados cercanos: si un Kg de carne cuesta 4 lucas en vez de 6, entonces mi madre comprará carne como si preparase un asado para 20 personas. Lo mismo con la salsa de tomates, el arroz, o los fideos. Todo porque se puede guardar.
Llegó mi mamá, llegó con Sofi, y volvió esa envidia que se tienen mi hermanita y mi pololo. David prácticamente no habla español, y a la Sofi le cae demasiado bien. Sergio habla español-castellano-de-Chile, y a la Sofi no le gusta que pase tiempo con él... con suerte lo saluda. Parece que la relación entre ellos nada tiene que ver con el idioma. La Sofi pide y pide que David venga a Chile, y lo pasa bien cuando Sergio se queda a alojar. No la entiendo mucho.
He pasado varias noches sin dormilinas. No me va perfecto, pero me va bastante bien... Ahora mismo tengo sueño.
20100302
Después del gran temblor
Después de despertar -como la mitad del país- durante la madrugada del 27/feb/2010, me quedé acostada, disfrutando el vaivén. Cuando se hizo más fuerte, me senté en la cama y vi cómo se sacudían los muebles. Cuando acabó, me volví a acostar. Pero la histeria colectiva y ajena no me dejó dormir.
El 3 de marzo de 1985 yo tenía tres años. Recuerdo haber estado rayando (dibujando o escribiendo), agachada junto a una mesita de centro que era de fierros y vidrio grueso. Recuerdo que algo extraño pasaba, que todo sonaba raro, que vi el mundo como si estuviese un poco... muy mareada. Recuerdo el grito de susto de mi mamá, que estuvo más parecido a un suspiro fuerte que a un grito, recuerdo su preocupación, su miedo. Recuerdo que me tomó en brazos y me dejó en la entrada del restaurant, junto a un portón de fierro. Nada podía caerme encima. Recuerdo que los autos en la calle dejaron de seguir su línea recta habitual que transformaron en un zig-zag bien desordenado, y las bocinas adornando el ruido ambiente, y... seguía viendo todo como si estuviese mareada. Mi mamá volvió a entrar. No sabía por qué me había dejado sola (alguna vez me lo contó, pero ya lo olvidé). Sólo sabía que estaba bien; hubo algo que sentí más fuerte que el susto y que el miedo: sentía que mi mamá estaba segura de que hacía las cosas bien, y por mí, aunque yo no entendiera nada. El 3 de marzo de 1985 recibí mi "vacuna antisísmica".
Veinticinco años después, tengo la misma edad que tenía mi mamá en 1985, y siento como si tuviera muchos menos. Más aún cuando no resulta lo que no sé si quiero hacer y estoy segura de nada.
Veinticinco años después, ocurre que mi mamá no aterrizó en Chile porque su avión se devolvió, porque el aeropuerto se cerró, porque no estaba en condiciones de funcionar, porque sufrió daños, porque tembló bien fuerte el suelo de por aquí. La casa se quedó sin electricidad por 40 horas (y al prender la tv senti como si hubiese salido de un reality de encierro, viendo las imágenes del noticiero que no había podido ver). Se cayeron varios muebles, perdimos dos televisores, un accesorio de licuadora, varios vasos, platos, tazas... botellas de vidrio, de porcelana, la cubierta de una mesa de loza y uno de los pisos que hacen juego con la mesa (o lo hacían). Perdí el vinagre en que estaba transformando el Merlot Reserva 2006 de Santa Ema... ahora no encuentro ese vino en ninguna parte :( sólo está el de 2007 (me arrepiento de no haber comprado la otra botella que quedaba), y más pica me da cuando puedo sentir el olor del vinagre desparramado en algún rincón: olor a vinagre negro (pseudobalsámico, de arroz...), dulce, con toda la fruta que traía el vino, con ese aire tostado y chocolatoso que no se encuentra en cualquier parte... ayyy... yo quería ese vinagre :'( Seguramente los Merlot Reserva de Santa Ema seguirán siendo interesantes, pero sólo la cosecha 2006 la vinificó Sergio.
Sigo ordenando libros, revistas y papeles varios que botó la estantera al caer. También boto cosas que creo que no vale la pena tener. El problema es que me demoro en decidir qué sirve y qué no. Parece que todas las cosas merecieran la reconsideración de su valor, aunque sean revistas que nadie ha tocado hace años. El problema es que por algo las guardamos en vez de botarlas. El problema es que me enseñaron a guardar muchas cosas por si acaso. Al final siempre me arrepiento de (no) haber conservado algo.
Después del temblor grande, vienen los temblores pequeños.
El 3 de marzo de 1985 yo tenía tres años. Recuerdo haber estado rayando (dibujando o escribiendo), agachada junto a una mesita de centro que era de fierros y vidrio grueso. Recuerdo que algo extraño pasaba, que todo sonaba raro, que vi el mundo como si estuviese un poco... muy mareada. Recuerdo el grito de susto de mi mamá, que estuvo más parecido a un suspiro fuerte que a un grito, recuerdo su preocupación, su miedo. Recuerdo que me tomó en brazos y me dejó en la entrada del restaurant, junto a un portón de fierro. Nada podía caerme encima. Recuerdo que los autos en la calle dejaron de seguir su línea recta habitual que transformaron en un zig-zag bien desordenado, y las bocinas adornando el ruido ambiente, y... seguía viendo todo como si estuviese mareada. Mi mamá volvió a entrar. No sabía por qué me había dejado sola (alguna vez me lo contó, pero ya lo olvidé). Sólo sabía que estaba bien; hubo algo que sentí más fuerte que el susto y que el miedo: sentía que mi mamá estaba segura de que hacía las cosas bien, y por mí, aunque yo no entendiera nada. El 3 de marzo de 1985 recibí mi "vacuna antisísmica".
Veinticinco años después, tengo la misma edad que tenía mi mamá en 1985, y siento como si tuviera muchos menos. Más aún cuando no resulta lo que no sé si quiero hacer y estoy segura de nada.
Veinticinco años después, ocurre que mi mamá no aterrizó en Chile porque su avión se devolvió, porque el aeropuerto se cerró, porque no estaba en condiciones de funcionar, porque sufrió daños, porque tembló bien fuerte el suelo de por aquí. La casa se quedó sin electricidad por 40 horas (y al prender la tv senti como si hubiese salido de un reality de encierro, viendo las imágenes del noticiero que no había podido ver). Se cayeron varios muebles, perdimos dos televisores, un accesorio de licuadora, varios vasos, platos, tazas... botellas de vidrio, de porcelana, la cubierta de una mesa de loza y uno de los pisos que hacen juego con la mesa (o lo hacían). Perdí el vinagre en que estaba transformando el Merlot Reserva 2006 de Santa Ema... ahora no encuentro ese vino en ninguna parte :( sólo está el de 2007 (me arrepiento de no haber comprado la otra botella que quedaba), y más pica me da cuando puedo sentir el olor del vinagre desparramado en algún rincón: olor a vinagre negro (pseudobalsámico, de arroz...), dulce, con toda la fruta que traía el vino, con ese aire tostado y chocolatoso que no se encuentra en cualquier parte... ayyy... yo quería ese vinagre :'( Seguramente los Merlot Reserva de Santa Ema seguirán siendo interesantes, pero sólo la cosecha 2006 la vinificó Sergio.
Sigo ordenando libros, revistas y papeles varios que botó la estantera al caer. También boto cosas que creo que no vale la pena tener. El problema es que me demoro en decidir qué sirve y qué no. Parece que todas las cosas merecieran la reconsideración de su valor, aunque sean revistas que nadie ha tocado hace años. El problema es que por algo las guardamos en vez de botarlas. El problema es que me enseñaron a guardar muchas cosas por si acaso. Al final siempre me arrepiento de (no) haber conservado algo.
Después del temblor grande, vienen los temblores pequeños.
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