Rarito dice la Sofi para describir la sensación que tiene tras escuchar o sentir algo que la incomoda. Rarito sería lo que se siente tras subir y bajar muchas veces en ascensor: temblores falsos. Rarito es pensar en cómo funcionan algunas cosas rebuscadas. Rarito es no poder imaginarse el resultado de una mezcla extraña de ingredientes conocidos. Rarito es probar algo y sentir un sabor distinto al esperado. Rarito es... como me siento por estos días.
Poco y nada tiene que ver con sabores, porque lo más elaborado que se me ha ocurrido hacer se llama ensalada. Y el ingrediente más raro que he usado en realidad son dos: endibia y acelga suiza. Las dejó mi sister abandonadas en el refri tras irse a trabajos veraniegos. A falta de vinagre pseudobalsámico, el vinagre de arroz (negro) es bastante bueno. Deja un dulzor también, pero es distinto. Se parece en algo, pero no es igual =p
Rarito es sentir que las neuronas funcionan, y que se tratan de concentrar en algo. Todavía no definen qué es ese algo, pero tratan de ponerse de acuerdo. No espero que lo logren pronto, pero estoy confiando en que trabajan. No sé si la confianza trae los ojos abiertos o cerrados.
Rarito es olvidar cosas simples, que es de donde se derivan las preguntas -aparentemente- más tontas, pero que producen las dudas más grandes. Así también, rarito es sentirse huérfana de portaminas.
Desde que tengo como 15 ó 16 años que uso el mismo portaminas. No exactamente el mismo-mismo lápiz, sino el mismo modelo. No sé cómo mi portaminas se transformó en mi lápiz regalón. La cosa es que el día de la primera tragedia (i.e. pérdida de portaminas) me sentí abanonada, sola-sola-sola... como que algo me faltaba. Incluso era más triste que olvidar salir con celular en pleno s. XXI... en realidad eso no es malo: lo malo es lo que se siente ante la falta de comunicación con este mundo ultracomunicado. Pero hubo solución: me compré otro portaminas, igual al anterior, exactamente igual (salvo por el uso). Pasó entonces, que con el pasar de las horas, olvidaba la triste sensación de pérdida; como tener un Tamagotchi y apretar reset cada vez que se moría... Algo como cuando los niños que piden una y otra vez el mismo cuento o la misma película, y parecen ser más felices al enfrentarse a lo conocido.
Ya perdí la cuenta de los portaminas perdidos... así, al ojo, deben ser unos cinco o seis. Al menos los primeros tres fueron negros... creo que antes sólo los fabricaban en ese tono. Un día, no sé cómo, cambié a verde. Y no sé si tuve uno o dos de ésos. Ahora, después de buscar y buscar al portaminas verde -y no encontrarlo- decidí comprar uno nuevo. Estaba convencidísima de que me iba a comprar uno verde... hasta que me vi enfrentada a varios colores nuevos...
Para un cumpleaños cuyo número olvidé, mis hermanitas me regalaron una cortaplumas :D Y como "cortaplumas" es una palabra un poco larga, le puse sobrenombre: ahora se llama Vicky. Un día, la Vicky se perdió. En una salida a terreno, desapareció de mi mochila... y sip, me sentí huérfama también. Después de haberme acostumbrado a tenerla, y sentirla súper-hiper-útil... pasé a sentir que me faltaba la Vicky. Y no podía olvidar que la Vicky -aparte de toda su utilidad- también era un regalo, con tooooda la carga de emociones que eso significa. Y no aguanté: basada en el antecedente del portaminas (creo que en ese entonces seguía siendo negro), me compré otr Victorinox soldier plateada. Así es como nació Vicky II. También existe Vicky III; a ésa la compré después de perder a la Vicky II, pero como ésta reapareció meses después entre los pliegues del sofá, la volví a usar. Y Vicky III pasó unos años guardada en su cajita original... pero este año, se transformó en el regalo de 2º aniversario para Sergio.
A diferencia del portaminas, nunca olvidé que perdí a la Vicky I. Sí fue menos triste comprarse otra soldier, porque evitaba recordar mi pérdida, pero el hecho de estar reemplazando un regalo... eso no es muy superable. Creo que no sólo compré a la Vicky II por mí, sino también por mis hermanas. Creo que todas sufrimos con el robo de la Vicky I, y sentí que también para ellas sería un poco menos trágico verme con una igual... o que sería lindo hacerles ver que de verdad me gustó el regalo hecho, más allá de la emoción inicial.
Volviendo al portaminas... el nuevo es blanco. Siento que en un mundo recargado de cosas de un color y otro, parece ser que sólo lo blanco es capaz de destacarse un poco. OK, OK... ése mundo de mil cosas es mi desorden natural, pero normalmente encuentro lo que pierdo. Y con portaminas en mano, me siento capaz de hacer muchas cosas. Más bien, recuerdo todas las cosas que quería hacer y no podía sólo por no tener mi portaminas a mano. ¿Que lo reemplace por un lápiz mina? No, no es lo mismo... saldrían rayas muy gruesas, y no alcanzaría a escribir todo el resumen/comentario de párrafos en un espacio tan pequeño como el margen de la página. Pensándolo bien, no es sólo el grosor del carbón, sino el tipo: aparte de rayar más grueso y requerir sacapuntas constantemente, un lápiz mina 2B es más caro que uno convencional. Es increíble todo lo que pude dejar de hacer por falta de portaminas. ¿Cuántas cosas escribiré cuando me compre un lapicito-regalón de tinta? Es rarito sufrir por la falta de un portaminas. Es rarito ver que se tienen cosas por querer-hacer después de haber comprado el portaminas.
Encontré papers que no había registrado en mi lista bibliográfica. Las dos últimas noches me he dedicado a registrar esos artículos, y la lista ya pasó por sobre los 60 referenciables (no cuento fuentes de info leídas y descartadas). Claro que no toda la noche, sino ese rato que sucede entre que trago pastillas de dormilina, y que éstas hagan efecto.
Trabajar de noche... Siento que involuciono. Eso había dejado de ser normal en mí.