20100128

Igual no más

Víneme de vacas con dolor d wata y todo. Mal no me siento, mientras no coma tonteras. Y tonteras es una palabrota que uso para hablar de todo aquello q sea comida y que no haya preparado yo. Se supone q no puedo comer grasas, pero sí puedo consumir farináceos. ¿Qué pasó tras comer hallullas al desayuno? Nada bueno: mi estómago procesó el desayuno por horas. Lo mismo hizo con el sandwich de pollo q traía mayonesa escondida sin aviso, como si el pan frica no tuviese grasa suficiente. Hoy decidimos hacer nuestras comidas: baguette, mermelada, pollo asado, puré instantáneo, pepino en ensalada, mote con huesillos... Me encanta saber de comida... y de cocina!

Hoy, le he puesto apodo "escrito" a Pucón: ahora es PUCón. Más comentario tendrá q esperar a q consiga un compu normal. Hoy escribo en y desde mi vieja (pero recargada) palm.

20100125

Ay, mi watita

Sobreviví un fin de semana con el estómago malfuncionando. Nada de lo que comiese pudo pasar más allá del estómago, y los líquidos bebidos nunca me quitaron la sed, sino que contribuyeron al bolo revuelto-de-comida-que-no-puede-bajar, y cuya única posibilidad era subir y salir (o seguir molestando). Parecía bulímica: vomitando lo que como, cada cosa; sólo el choclo se salvó, y... bueno... el pop corn también, y es que al fin y al cabo es choclo y sal, también. Me diagnosticaron gastroenteritis aguda, y (aparte de medicamentos) me dieron una linda lista de las cosas que puedo y que no puedo comer.

Dice que puedo comer ricotta, pero no puedo consumir yogur. Y me acuerdo de la lista de ingredientes del yogur sin gelatina (marca Nestlé, sin sabor)... la verdad no recuerdo que traigan algo distinto.

Dice que puedo comer carnes desgrasadas. Más abajo dice que no puedo comer carnes. Dice que puedo comer jamón, pero luego dice que no puedo comer cecinas.

Dice que puedo comer pan blanco, sin miga, tostado. O sea, ¿comer corteza tostada de pan?
Dice que puedo comer galletas de soda. Abajo dice que no coma grasas. ¿Se ha fijado la gente en la cantidad de grasa que contiene una galleta de soda? Parece que no.

¿Cómo puedo freír con agua? (me dice que coma huevo, pero frito en agua; eso no es frito)

Ahora veo que si sigo las instrucciones al pie de la letra voy a entrar en un problema: necesitaré Activia o Next o alguna cosa por el estilo y con urgencia. Pero no puedo tomar yogur.

La comida para enfermos no es mala: el problema está en la imaginación de nutricionistas y cocineros. Igual que la comida de mi hermanita veggie. En estos momentos tengo un bol con crema de choclo (hecha con choclos de verdad pq a la instantánea no le hago), en la que nada endibia (todavía me quedan) en hilitos y trocitos de tomate roma (el larguito), que juntos constituyen mi almuerzo de hoy. Le habría puesto albóndigas de pavo, pero se me acabó la carne molida. Un diente de ajo se paseó por la cacerola durante menos de un minuto, y luego se fue a la basura. Una pizca de orégano (menos de diez hojitas) le quitó el sabor a fome. Un chorrito de aceite la dejó suave. Y la sal... bueno, ya sabemos todos para qué sirve la sal. Listo. Comida a prueba de estómagos malos, y vegana, y comestible de verdad, y... hecha con lo que había no más.

Resumen para la posteridad:
En agua hirviendo, poner choclo rallado y endibias en juliana. Cocido el choclo, que entren los trocitos de tomate (sin abusar: recuerda la acidez del tomate) y que pase un diente de ajo a darse una vuelta, o dos. Sacar el ajo (a patadas si es necesario), poner una pizca de orégano, sal y un poquito de aceite. Que el aliño se note, pero que no se destaque. Nunca se sabe...

Obviamente la lista de comidas permitidas, no permitidas y sus formas de preparación... se va... a... la basura. No quiero que se atasque en el WC ni por accidente.


Estoy de vacaciones de Sofi.
La gente inteligente no se aburre
...se angustia
(Maitena)
A ver cómo nos va...

20100109

Rarito

Rarito dice la Sofi para describir la sensación que tiene tras escuchar o sentir algo que la incomoda. Rarito sería lo que se siente tras subir y bajar muchas veces en ascensor: temblores falsos. Rarito es pensar en cómo funcionan algunas cosas rebuscadas. Rarito es no poder imaginarse el resultado de una mezcla extraña de ingredientes conocidos. Rarito es probar algo y sentir un sabor distinto al esperado. Rarito es... como me siento por estos días.

Poco y nada tiene que ver con sabores, porque lo más elaborado que se me ha ocurrido hacer se llama ensalada. Y el ingrediente más raro que he usado en realidad son dos: endibia y acelga suiza. Las dejó mi sister abandonadas en el refri tras irse a trabajos veraniegos. A falta de vinagre pseudobalsámico, el vinagre de arroz (negro) es bastante bueno. Deja un dulzor también, pero es distinto. Se parece en algo, pero no es igual =p

Rarito es sentir que las neuronas funcionan, y que se tratan de concentrar en algo. Todavía no definen qué es ese algo, pero tratan de ponerse de acuerdo. No espero que lo logren pronto, pero estoy confiando en que trabajan. No sé si la confianza trae los ojos abiertos o cerrados.

Rarito es olvidar cosas simples, que es de donde se derivan las preguntas -aparentemente- más tontas, pero que producen las dudas más grandes. Así también, rarito es sentirse huérfana de portaminas.

Desde que tengo como 15 ó 16 años que uso el mismo portaminas. No exactamente el mismo-mismo lápiz, sino el mismo modelo. No sé cómo mi portaminas se transformó en mi lápiz regalón. La cosa es que el día de la primera tragedia (i.e. pérdida de portaminas) me sentí abanonada, sola-sola-sola... como que algo me faltaba. Incluso era más triste que olvidar salir con celular en pleno s. XXI... en realidad eso no es malo: lo malo es lo que se siente ante la falta de comunicación con este mundo ultracomunicado. Pero hubo solución: me compré otro portaminas, igual al anterior, exactamente igual (salvo por el uso). Pasó entonces, que con el pasar de las horas, olvidaba la triste sensación de pérdida; como tener un Tamagotchi y apretar reset cada vez que se moría... Algo como cuando los niños que piden una y otra vez el mismo cuento o la misma película, y parecen ser más felices al enfrentarse a lo conocido.

Ya perdí la cuenta de los portaminas perdidos... así, al ojo, deben ser unos cinco o seis. Al menos los primeros tres fueron negros... creo que antes sólo los fabricaban en ese tono. Un día, no sé cómo, cambié a verde. Y no sé si tuve uno o dos de ésos. Ahora, después de buscar y buscar al portaminas verde -y no encontrarlo- decidí comprar uno nuevo. Estaba convencidísima de que me iba a comprar uno verde... hasta que me vi enfrentada a varios colores nuevos...

Para un cumpleaños cuyo número olvidé, mis hermanitas me regalaron una cortaplumas :D Y como "cortaplumas" es una palabra un poco larga, le puse sobrenombre: ahora se llama Vicky. Un día, la Vicky se perdió. En una salida a terreno, desapareció de mi mochila... y sip, me sentí huérfama también. Después de haberme acostumbrado a tenerla, y sentirla súper-hiper-útil... pasé a sentir que me faltaba la Vicky. Y no podía olvidar que la Vicky -aparte de toda su utilidad- también era un regalo, con tooooda la carga de emociones que eso significa. Y no aguanté: basada en el antecedente del portaminas (creo que en ese entonces seguía siendo negro), me compré otr Victorinox soldier plateada. Así es como nació Vicky II. También existe Vicky III; a ésa la compré después de perder a la Vicky II, pero como ésta reapareció meses después entre los pliegues del sofá, la volví a usar. Y Vicky III pasó unos años guardada en su cajita original... pero este año, se transformó en el regalo de 2º aniversario para Sergio.

A diferencia del portaminas, nunca olvidé que perdí a la Vicky I. Sí fue menos triste comprarse otra soldier, porque evitaba recordar mi pérdida, pero el hecho de estar reemplazando un regalo... eso no es muy superable. Creo que no sólo compré a la Vicky II por mí, sino también por mis hermanas. Creo que todas sufrimos con el robo de la Vicky I, y sentí que también para ellas sería un poco menos trágico verme con una igual... o que sería lindo hacerles ver que de verdad me gustó el regalo hecho, más allá de la emoción inicial.

Volviendo al portaminas... el nuevo es blanco. Siento que en un mundo recargado de cosas de un color y otro, parece ser que sólo lo blanco es capaz de destacarse un poco. OK, OK... ése mundo de mil cosas es mi desorden natural, pero normalmente encuentro lo que pierdo. Y con portaminas en mano, me siento capaz de hacer muchas cosas. Más bien, recuerdo todas las cosas que quería hacer y no podía sólo por no tener mi portaminas a mano. ¿Que lo reemplace por un lápiz mina? No, no es lo mismo... saldrían rayas muy gruesas, y no alcanzaría a escribir todo el resumen/comentario de párrafos en un espacio tan pequeño como el margen de la página. Pensándolo bien, no es sólo el grosor del carbón, sino el tipo: aparte de rayar más grueso y requerir sacapuntas constantemente, un lápiz mina 2B es más caro que uno convencional. Es increíble todo lo que pude dejar de hacer por falta de portaminas. ¿Cuántas cosas escribiré cuando me compre un lapicito-regalón de tinta? Es rarito sufrir por la falta de un portaminas. Es rarito ver que se tienen cosas por querer-hacer después de haber comprado el portaminas.


Encontré papers que no había registrado en mi lista bibliográfica. Las dos últimas noches me he dedicado a registrar esos artículos, y la lista ya pasó por sobre los 60 referenciables (no cuento fuentes de info leídas y descartadas). Claro que no toda la noche, sino ese rato que sucede entre que trago pastillas de dormilina, y que éstas hagan efecto.

Trabajar de noche... Siento que involuciono. Eso había dejado de ser normal en mí.

20100104

Listas...

Hoy terminé de leer el diario de ayer. En verdad no lo leí todo. Nunca lo leo entero (así y todo le encuentro faltas de ortografía cada vez que lo leo). Hoy fue el turno de Artes y Letras... ¿Cuándo le van a poner subtítulo (avisos laborales)? ...y me acordé de mí escribiendo sobre las cosas que se propone la gente cada vez que se inicia un nuevo año, porque alguien, -cuyo nombre ya olvidé- escribió un artículo sobre Umberto Eco y su libro relacionado con listas... y para iniciar su escrito partió comentando los propósitos de año nuevo. Y me di cuenta de que yo también soy una criticona de las listas. Sobre todo si se trata de listas de cosas por hacer: creo que 19 de cada 20 son inútiles... ojo, que hablo de listas pero no de agendas. Una cosa es programarse, cosa que funciona cuando no se mide el tiempo con resortes y/o se sabe bien lo que tarda cada tarea. Y como soy criticona de listas, siento que tengo algo que decir.

Lo segundo que se me vino a la cabeza mientras leía, fueron los 1001 (a) que (b) antes de morir, título de mil y un libros que se encuentran en cualquier librería de surtido decente, en el que (a) es un sustantivo y (b) un verbo: pinturas que ver, platos que probar, lugares/monumentos que visitar, cosas que saber, películas... libros... y así, según el tema con que se obsesione el autor. ¿Por qué me imagino que ese autor puede ser fotógrafo? Y la porquería también tiene versión en la tv, en People and Arts (Discovery Networks) que tiene 1000 lugares que ver antes de morir. A estas alturas, el número empieza a perder importancia, no porque no recuerdo si el programa es acerca de 1000 o de 1001 lugares, sino porque eso trae a la mente todos los otros números: los Top 20, 10 ó 5 de MTV, que variaban semana a semana (¿siguen existiendo?), los millonarios de la revista Forbes, los autos más eficientes, las bellas, los guapos, los mejor/peor vestidos...
¿Para qué diablos se hace una lista, ah? Si me preguntan a mí, debe ser el gusto por ordenar las cosas, porque la lista no es sólo cosas que se nombran formando parte de un grupo; si es por eso no tienen gracia... la gracia está en presentarlas de alguna forma particular. Un índice no es índice si indicase absolutamente todo. La gracia del ranking está en saber cuál es el mejor (sea lo que sea). Ahora, el objetivo de las listas se transforma en el chiste: ¿Para qué diablos sirven?

Siempre una lista entrega información. A veces es útil, a veces no; pueden ser datos serios u opiniones sin importancia. Siempre tiene su lector-objetivo. Pero, si el dato no me interesa, por muy bien presentado que esté, me siento como leyendo el horóscopo: súper bueno un ranking de MBAs... pero yo no pretendo hacer un MBA (después de leer un horóscopo olvido lo que decía, pero hay viejas que saben todo lo que les ha dicho Yolanda Sultana durante la semana).

Pienso ahora en los 1001 libros sobre 1001 cosas: los publican como si ya no se hicieran más películas, o libros, o pinturas. ¿Y si el próximo Van Gogh anda escondido por ahí y aparece la próxima semana? ¿Podrán esas 1001 pinturas hacerme temblar como cuando vi un Van Gogh en Bs Aires? ¿Cuántas películas buenísimas aparecerán mientras trato de ver las 1001 recomendadas? ¿Cuántos libros? ¿Qué tal si una de esas listas las hiciera yo? ¿Le serviría a alguien que no sea yo? ¿1001 plantas que usted no conoce?

También recuerdo que las listas de compras... ehhhh... no siempre me sirven: si es mental, se me olvida algo; si es escrita, al final no la tengo siempre en las manos, y termino olvidando una de las cosas que salí a comprar. Vuelvo a creer que tengo déficit atencional... en verdad, ya dejé de pensar en la inutilidad de las listas: llevo rato viendo tv. Y olvidé que quería ver Grey's Anatomy.
Según el diario que leí el sábado, la internet puede tener algo de culpa.


Ya se me desordenó el sueño. Oficialmente, declaro que padezco de horario de vacaciones. Y no es tan bueno como suena.

20100102

Happy new year

Cuando era una niña chica, el día de mi cumpleaños era... ¡¡¡guauuu!!! Era el gran evento del año. No había una gran celebración, pero era MI día, era el día en que YO contaba un año más de vida, era el día dedicado a (y para) MÍ. Mi mamá invitaba a sus amigas a mi cumpleaños, y los hijos de los amigos de mi mamá pasaban a ser mis amigos durante dos días al año: en mis cumpleaños, y en sus cumpleaños; nunca invité a mis compañeros de curso ni nada parecido... amigos del barrio casi ni tuve, y en verdad daba lo mismo quién llegara, lo importante era que -obvio- me trajeran un regalo, y que no asistiese alguien desagradable. Como a los 13 se me metió entre ceja y ceja que yo haría mi propia torta de cumpleaños... y el día de mi cumpleaños ya no sólo escogía mi torta: la hacía a mi manera. Con el tiempo mi cumpleaños se sentía cada vez menos importante, después de todo, parece que eso de cumplir veintisiempre es cierto: desde los... desde los 22 que parece que el tiempo se estanca, y yo no crezco mucho. ¿Qué tan importante será seguir cumpliendo años?

De una forma parecida se han ido des-importantizado los años nuevos... los de calendario: pasar del 31 de diciembre al 1º de enero. Antes era... era... ay, no sé qué era el año nuevo para Layz-niña. Era un día muy especial para mucha-mucha gente, y para mí se volvía más especial aún, porque mis papás trabajaban en esa noche. Los clientes celebraban, garzonas y cocineros se lamentaban no poder estar con sus familias (aunque siempre había una mesa dispuesta para esas familias, no eran muchos los que iban), y mis papás... mis papás sólo trabajaban. La gracia de año nuevo era que me podía ir a dormir tarde (era muy raro que estuviese despierta después de las 22h), porque mi mamá no tenía tiempo de hacer una pausa y llevarme a dormir. Añitos después apareció el asunto de los juegos artificiales, o fuegos pirotécnicos (como una vez me dijo una señora de muchas arrugas y aliento bien alcohólico), y el año nuevo tenía un objetivo que no era sino el de mirar esas bengalitas que parecían tener vida propia... al menos por unos pocos segundos.

Hasta que me aburrí de tooodo año nuevo. Para el año nuevo 2000, tuve una idea genial: hacer algo que no recordaba haber hecho en año nuevo: dormir. Sí, pasar el cambio de día/mes/año/década/milenio/o-lo-que-haya-sido, durmiendo... En verdad estaba un poco aburrida de esperar tan atentamente algo que no tenía mayor gracia que la víspera de feriado que es. Y así, parece que la noche de todo 31/dic se vuelve tanto o más normal que cualquier otra noche.

Pero de vez en cuando, tengo ganas de celebrar mi cumpleaños, aunque más que celebrar mi cumpleaños, estoy buscando un pretexto para salir con unos pocos amigos, y juntarnos a conversar de la vida, disfrutando de un trago y algo que comer. Aún no encuentro pretextos para celebrar año nuevo. Pero anteanoche sí hice algo que nunca había hecho: ir al centro, a ver la lluvia de pólvora prendida que sale desde la torre Entel. Hummm... después de todo, parece que sí uso la noche de año nuevo para celebrar, aunque de celebración tiene poco: hacer algo nuevo, sea o no sea parecido al actuar del ser humano ordinario. Fui a ver la pirotecnia, pero no entre la gran masa carretera de la Alameda; encontramos una callecita con una vista suficientemente genial, a una cuadra de la torre; había mucha gente, pero en ningún caso era demasiada, y lo mejor de todo: no es necesario llegar con horas de anticipación.

Cosa aparte es eso de los deseos para el año nuevo. Con todo lo chilena que soy, las buenas intenciones siempre se diluyen en el exceso de tiempo que se tiene para llevarlas a cabo. Cuando en el colegio las profes dejaron de decir "dibujen lo que hicieron en las vacaciones", también comenzaron a invitarnos a pensar en lo que pretendíamos lograr durante el año escolar que comenzaba. La respuesta típica era subir las notas, aunque tb habían quienes agregaban portarme bien (seguramente se vieron decepcionados ante el regalo pascuero que no querían). Mi subir las notas se olvidaba en cinco minutos, y no creo que a alguien le haya durado más que eso. Por otra parte, en el mundo de los grandes, todas las tarjetas desean próspero año nuevo... ¿Será idea mía o eso suena a materialismo puro?

A la hora de pensar en cosas para el año que viene, no suelo pensar en algo concreto, no suelo esperar algo. Este año espero querer algo y espero hacer algo. No sé qué, sólo sé que quisiera poder querer algo, quisiera poner una meta para llegar a ella. Quiero tener un objetivo, no necesariamente algo evidente (como acabar aquél proyecto de título), pero sí algo que nazca de mí, de adentro; da lo mismo si viene de la guata, de la cabeza o del alma... la cosa es que sea algo que quiera yo, sin importarme si es lo que espera de mí alguien más. A veces siento que eso es mucho querer.

A la hora de los deseos y autocompromisos de año nuevo, envidio a los gringos (y extiéndase a toda la "extranja" del hemisferio norte): sus deseos de año nuevo no se manifiestan exactamente al mismo tiempo que los deseos para el año escolar o laboral... si están de vacaciones en julio, como que el año se les divide, y se pueden plantear compromisos cada seis meses, en los que es menos probable que se diluyan las buenas intenciones. OK, esta cosa chilena de todo a última hora influye de sobremanera en aquella dilución, pero por eso mismo, poder plantearse cosas dos veces al año suena beneficioso. Pero estoy en el hemisferio sur, y el año se termina en diciembre: se termina el calendario, se terminan las clases, se hacen las pausas para vacaciones de verano (ergo, se termina el año laboral... o eso es lo que se siente)... se cierra todo, se siente que un año gastado o malgastado fue una oportunidad perdida, salvo que haya sido próspero en demasía (lo que no le ocurre a la mayoría)... Definitivamente, siento que la página es más gruesa y pesada en este lado del Globito. Creo que seguiré prefiriendo bajarle la importancia al cambio de folio-calendario. ¿Y podré distribuir mis eventuales planes-deseos-compromisos a lo largo del año? Difícil... tendría que inventar marquitas para inventar años nuevos dentro del año... ¿Y en base a qué? ¡¡Mierrrdaaa!! ¿¿Podré omitir los ciclos-calendario?? Creo que su existencia me complica un poquito... mucho.


Aggg... Me duele el cuello desde que abrí cierto archivo que contiene ciertas cosas relacionadas con cierto experimento... algo entre polen y uvas. Y ya estoy dejando de creer que sea una coincidencia.