Piscinas, piscinas, piscinas...
Hace unos días soñé que me tiré a una piscina... y nadé feliz, aunque más parecía buceo que nado, porque tendía a ir casi por el fondo de la piscina, pasaba debajo de los demás, y cuando necesitaba acercarme a la superficie, terminaba molestando a los que nadaban normalmente al ras. Yo sabía que era malo nadar tan profundo, y cada vez que sacaba la cabeza a la superficie pensaba en evitar el pseudonado (o pseudobuceo), pero cada vez que me sumergía, más abajo sentía que quería llegar, y mientras llegaba al fondo sentía que podía... ¡respirar!
Pero yo quería seguir nadando, quería seguir tratando de nadar como se debe, y no podía. Porque me vaciaban la piscina, o se llenaba de animales grandes (acuáticos y feroces), o de gente que no sabía nadar (y estorbaba de lo lindo), o el agua no era suficiente, o estaba llena de algas... entre caso y caso, siempre quería tirarme al agua apenas fuera posible y volver a intentar nadar bien.
Durante una de esas esperas (a ver si la piscina se llenaba bien, por completo, y sin seres que molesten), traté de ponerme mi gorra de nuevo (es que sin gorro no puedo nadar: el pelo me tapa la cara, y no puedo tomar aire); durante otra de esas esperas, pasó una caravana fúnebre por al lado; casi todos conocían al muerto (obviamente yo no) e iban al funeral. Yo sólo pensé (y pienso) que era el ataúd más feo que había visto en mis sueños (y en mi vida), y seguí esperando a ver si la piscina me llegaba a servir para nadar con normalidad, mientras giro la cabeza y veo que la fábrica de ataúdes feos está detrás.
Mañana, en el mundo de los seres despiertos, seguro que me tiro a una piscina, pero... pololo le tiene miedo al agua.