20100610

A ver...

A ver, ¿por dónde empiezo? (nota mental: aún no tengo idea de dónde está el principio). Así queee... la primera cosa que caiga por su propio peso...

(...)

Anoche soñé mil wevadas. Soñé conmigo en un estado "ultradepresivo-mayor", como si se hubiera multiplicado la desesperanza de los peores días de los últimos años, y eso se sumara a la multiplicación de la intensidad de todas mis emociones y ultrasensibilidades premenstruales. No sé si soñaba que soñaba, o soñaba que olvidaba. O las dos cosas. En mi sueño me enojé con mis dos viejas amigas cercanas del colegio, mis papás no me entendían, mis tíos no me entendían (con suerte hacían caso de mi presencia), y mis hermanas sólo querían cuidarme, sin saber cómo. Habría saltado de cualquier edificio, sentía la necesidad de salirme del cuerpo. Mientras, comía unos bocaditos con forma de pescaditos (nótese el exceso de diminutivos) que venían en unos palitos como de cocktail, pero con forma de pinches... que al final decidí coleccionar, como recuerdo de lo único que pude disfrutar.

También soñé con mis dientes sueltos. Veía mis encías muy delgadas, de un color rosado muy pálido, mis incisivos superiores todos chicos y sueltos; era algo que no tenía por qué estar pasando pero pasaba, y sentía miedo de perder mis dientes. También sentía las ganas de cuidarlos de cualquier forma.

Soñé con la eliminación masiva de gatos. Masivo por la cantidad, no por el método. Había alguien que mostraba las técnicas existentes para matar gatos, y mostraba su técnica mejorada. Gato por gato mostraba y explicaba el qué hacía y cómo funcionaba. Y nuestro gato estaba entre los moribundos... y nosotras sólo nos preguntábamos cómo diablos revertir el procedimiento.

Y creo que eso es todo lo que recuerdo que vi mientras dormía.

Hace frío. Y sólo hay una cosa que aborrezco cuando hace frío: mis dedos. Parece que fueron hechos para congelarse. Si bien es rico poder "abrazar" con ellos una taza de té (o café o chocolate o lo que sea), el efecto dura poco y no me permite hacer otras cosas que quiera hacer, como escribir. Ahora mismo tengo los dedos congelados pero quiero escribir. Y no se calientan escribiendo. Tendrán que disfrutar del tazón y del teclado por separado. Creo que mis dedos de los pies se enfrían más, pero así como no sirven de mucho, no dan mayor preocupación.

Psicoloco le preguntó a Layzcita: "Si tú fueras un computador, ¿Qué parte crees que tienes mala?". Y Layzcita respondió "RAM". Pero habiéndolo pensado un rato más, creo que esa respuesta es sólo una de las caras del asunto. Es que también creo que esta computadora tiene un SO demasiado especial: está claro que funciona, que sirve, pero no lo entendemos. Algo tengo de PalmOS, en que puedo hacer muchas cosas, y -en el fondo- todos los programas se quedan abiertos y listos para volver a ellos, pese a que nunca se usarán todos al mismo tiempo. He ahí un conflicto con mi RAM: sea lo que sea, me cuesta empezar. Tengo la sensación de que mi afición a las metáforas se ha vuelto más que evidente.

Cambiando de tema, voy a terminar con la idea del post sobre evolución foodie, misma que no pude terminar debido a la llegada de Morpheus. Hablaba de comida y vino. La moda del vino, vino antes. ¿Qué sentido tenía saber de vinos y conformarse con cualquier comida? Pues, hubo que continuar la educación del paladar y aprender a comer bien. En paralelo, vamos desarrollando el gusto: "¿Qué vino me gusta? ¿Qué comida me gusta?". Y finalmente ocurre... que hay una forma de comer exactamente lo que quiera... más encima cuesta menos que salir a comer (cosa que tampoco garantizaba en un 100% el placer buscado), y mejor aún: no cualquiera lo hace. He aquí mi teoría de cómo el país aprendió a (comer y) cocinar.


Los días de lluvia son estimulantes. Los días nublados, no.