No tengo idea de cómo va a terminar el 2012, pero esto de las fiestas de fin y cambio de año me tiene no cansadita, sino cansadota. Armamos un pequeño vivero con Sergio (aún no tenemos arbolitos, pero ya tenemos cosas lindas) y participamos en una gran feria navideña cuya organización fue como las... mejor me guardo los garabatos
, porque no voy a poder filtrar solo algunos. En síntesis, no nos fue tan bien, pero comparado con los demás stands, tampoco nos fue tan mal. Creo que más del 90% de la gente perdió plata, y en eso nos incluimos, pero nuestra pérdida de 100 lucas es bien poca si se compara -sobre todo- con los millones de otros. Ahora, si pensamos positiva y objetivamente (gran gracia), hay que decir que invertimos 100 lucas y mucho esfuerzo en hacer un poco de publicidad y un par de buenos contactos, además de encontrar un pequeño nicho aprovechable en el mercado.
Y el mucho esfuerzo me dejó cansada. Me volvería a quejar de las fiestas de noche vieja y año nuevo y los ciclos, con todas las ganas del mundo, pero no tengo ninguna queja nueva que hacer. Eso sí, recuerdo haber leido en un diario, hace no muchos días, que alguien sugería que los empleos para proyectos de un año se programen de julio a junio, o algo así, con el objeto de que el finiquito no coincidiese con las fiestas. ¿Ven? No soy la única que advierte lo estresante que son los fines de año en el hemisferio sur.
Ahora pienso en lo que queda por hacer, y no quiero hacer nada (nótese la presencia del verbo: no es una doble negación cualquiera). Hay un poco de contabilidad que ordenar, un par de ofrecimientos a potenciales clientes, fotos que editar, página web que arreglar... porque ¡¡puchas que es fea mi página web!! ...es que es un blog mal disfrazado (pero con dominio propio, al menos), y no sólo la web: también facebook y twitter, aunque el último quita tiempo y bits al espacio más que aportar en algo; también pensar en estampados decentes, buscar un trabajo normal aunque pololo crea que lo dejo botado con el emprendimiento... Ya me cansé de enumerar lo que me cansa.
Hablando de trabajo normal, recibí un llamado casi a fines de noviembre... un tal Gabriel (a quien no recordaba porque olvidé su nombre en plena entrevista ¡ups!), de una consultora que me entrevistó en invierno. Básicamente me ofrecía trabajo, y yo dije que no. ¡Dije que no! ...para quedar literalmente entre risa y llanto. Me necesitaban para diciembre, desde el principio, sí o sí... y diciembre fue mi mes ocupado, haciendo mis plantas en macetitas entretenidas, montando stand, atendiendo stand... tratando de vender plantas. Y tuve que decir que no al trabajo... lo siento, mal timing. Gracias por tenerme en cuenta.
Cada vez que sale el tema de "yo querer trabajo normal", pololo se queda callado. Se siente un dolor de pecho en el ambiente, una cosa pesada... pero él no me dice mucho: hay que preguntarle. Y siempre es la misma fantasía: "siento que me estás dejando botado", "siento que me vas a dejar botado". Yo creo que mientras el vivero sea pequeño, basta con que uno de los dos se dedique a él a tiempo completo, mientras el otro se dedique a un trabajo "estable" que asegure ingresos periódicos, y ya que hay alguien entre nosotros que quiere dejar su trabajo habitual para dedicarse a la empresa...
Sergio empieza a ponerse nervioso cuando le cuento lo que he soñado, pero el sueño que da origen a su nerviosismo lo voy a detallar en otra ocasión, porque... ehmmm... Es que tengo sueño =p
He querido dormir bastante estos últimos días... a veces creo que es estrés postraumático, post feria navideña. Hace tiempo que no dormía siestas.
Ya no me siento tan observada por los (otros) clientes de Starbucks: no sé cómo lo hice, pero aprendí a ignorarlos casi por completo. Lo malo es que ahora voy más seguido.