Uy... las ganas de escribir me persiguen otra vez. Las odio. La verdad es que siempre que recuerdo que quiero escribir, resulta que no tengo muchas ganas de sentarme a escribir. Como si me fuera a cansar.
Y pa no describir todo mi mes de enero, he decidido resumir: todo partió el 29 de diciembre. Tomé un avión, junto con mis padres y las hermanas que tengo de este lado del Globo. El avión fue a Sao Paulo, Brasil, para hacer una escala de un par de horas, de las cuales casi una completa se perdió en el control de seguridad... la mayoría de los viajantes hacíamos conexión, y había UN solo detector de metales y UNA sola máquina de rX!!! Y había que mandar a rayos cada cosa que fuera sospechosa de hacer sonar el detector, cada vez que sonaba. Así, vi gente que tenía que pasar como 4 veces, cada vez con algo menos, hasta que dejara de sonar. En fin... Segundo avión, con destino a Frankfurt, con senda turbulencia incluída, para llegar y aguantar una espera de más de 7 horas... Tercer avión, directo a Hong Kong. Por fin.
Cuatro días en Hong Kong. Hotel Excelsior, sector Causeway Bay. La habitación no incluye desayuno, pero hay un Starbucks en el mall de al lado, es cosa de cruzar la calle por la salida lateral, y entrar al local. Intento de ver fuegos artificiales pal año nuevo solar. Visita a la hermana de mi mamá y sus primas, comida por la noche (en un lindo restaurant escondido entre los edificios de viviendas estatales). Salidas a pasear en familia (fomes). Salidas pa acompañar a papá al banco pa que me enseñen a hacer tranferencias... es que está convencido de que yo no sé, ni soy capaz de hacer una transferencia bancaria (y resultó que él fue el gil que anotó mal su nombre de usuario... por eso no podía). Salidas a vitrinear en familia (si está mi padre, seguro que no funciona). Poco tiempo para recorrer el barrio, la ciudad, las tiendas... demasiadas cosas pendientes.
Cuatro horitas en una van pa ir hasta Guangzhou (en Cantón). Me fui mareada durante toooooodo el viaje. No sé si es la bencina que usan, o la forma de acelerar que tiene esta gente (yo creo que son las dos cosas), lo importante es que no pude andar en auto sin querer perder la conciencia. Ni en HK ni en Cantón, ni en ninguna ciudad que fuese a conocer. Después de recuperar toda la conciencia, y empezar a recorrer la ciudad (aunque fuese por pedacitos y siempre con la guía de alguno de mis tíos), empiezo a visualizar el abismo que separa a HK del mainland China. Eso va en detalle para el próximo post. Agencia de viajes: mi papá empieza a organizar el viaje, o más bien, lo empieza a imponer, pq yo ni quería ir a Xi'an ni a otra ciudad que no sé cuál era, pero que se le antojó. Lo único que sé es que le dije que nosotras, sus tres hijas presentes, queríamos ir antes a Pekín, pa encontrarnos con nuestra hermana (que no veíamos hace 11 meses). Y mi padre, con toda su inteligencia, dice OK, y compró un tour entero.
Antes de poder ir a Pekín, y pa no quedarnos aburridísimas en Guangzhou, decidimos ir a conocer el pueblo de donde salieron mis padres. La estación de trenes ya no es un galpón, una boletería y muchas bancas. Ahora es una cosa gigante, que hasta Mc Donald's y Starbucks tienen su espacio. El camino hasta la villa en que vivía mi papá ya no es de tierra, pero sigue teniendo las mismas curvas. Y ya no queda mucho paisaje... tanta casa junta se lo comió. Está de más decir que lo que era pueblo ahora es ciudad. No es que la población se reproduzca rápido: es que vienen norteños a trabajar a las fábricas que se han instalado, y también a trabajar en todo lo demás... todo eso que surge cuando la población que trabaja aumenta. Estando en una ciudad cantonesa, fue difícil hablar cantonés. No sólo hablo casi nada: también hay tanto "inmigrante" del norte, que quienes hablan cantonés son la minoría. Un tío de mi mamá nos lleva pa todos lados: Visita al cementerio, la villa de mi mamá, comida en una picá campestre-cuica, villa de mi papá, salida de compras en familia (nuevamente éxito cero, y hasta negativo, diría yo), almuerzo de despedida.
Otros dos días en Guangzhou, y vamos a Pekín. Llegamos por la tarde, y antes de llegar al hotel, ya visitamos el Templo del Cielo. Por la noche, comida con Layyin + primos... chilenos... y de pronto todo lo que parecía realidad virtual (once meses sin ver a mi hermana en persona) se transformó en realidad de carnes y huesos, el pololo de mi hermana era real, la abogada medio (hada) madrina era real... Pekín sí existe, que no venga ni Descartes ni Maturana a decirme que no. Por desgracia, andamos en tour, de touristas, siguiendo a un par de guías ñoños: uno no habla ni pizca de cantonés, y el otro se cree gringo... dice "passport" y "thank you" en un inglés bastante bueno, pero luego descubrimos que era mentiraaa... sólo sabía unas cuantas palabras y un par de frases. My sister and I, we tried to have a little chat with him, but the man didn't understand a single word from us. Yep: el hombre era un chivo puro. En medio tuve un encontrón con mi papá, en plena plaza Tiananmen (¿así se escribe, o no?)... me acusaron de aguafiestas cuando las dos cosas que quería que entendiera era que (1) queríamos visitar BJ sólo pa ver a mi hermana y mis primos, no para pasear con turistas... y ñoños, y (2) la Sofi estaba congelándose, y estar 40 minutos, a muchos grados bajo cero, a que apareciera el resto de la gente, sin ver un sólo lugar donde evitar el frío... no es ni normal ni agradable. Discusiones más adelante, nos fuimos al hotel, y mis papás se quedaron a terminar el recorrido matutino del paseo ya pagado, que eran puros parques, seguramente lindos y congelados... la parte de congelados iba a ser más problema si no nos devolvíamos al hotel: yo ya tenía más frío del que esperaba tener, y la Sofi seguía congelándose. Llegadas al hotel, con rabias pasándose... la Fan salió a dar una vuelta y me compró un mapa de la ciudad... ¡en inglés! Mientras, la Sofi se cubrió con el cobertor hasta que el frío se retiró. Se puso más panties y calcetas, y de pronto me sentí mal... por un momento pensé que de verdad era yo la que tenía la culpa de todo el escándalo... la Sofi me preguntó qué me pasaba, le dije que creo que soy la que la hizo llorar... me dijo que no, me consoló un rato, y se fue al baño... cuando salió me dio un montón de besos en la cara... y cuando ya estuve recompuesta, me dijo algo que yo no había notado: se peinó y se lavó la cara... para no verse triste, para que yo no estuviese triste. Finalmente, salimos a encontrarnos con Layyin, a comer Mc Donald's, pasear un poco, y tomar el té con ella y nuestros primos y amigos, casi-casi como en Chile. Por la noche, de vuelta al hotel, volví a sentirme enojada, pero se me pasó rápido. No era que el enojo volviera después de haber sido distraído, sino el recuerdo de la discusión de esa mañana. La mañana siguiente fue "rarita" (así diría la Sofi), porque ya nadie estaba enojado, como si nadie se acordara, como si la tremenda discusión nunca hubiese existido. Lo realmente bueno, es que dejamos de hacer estrictamente el tour, y pasamos a algo más flexible, a ir sólo a lugares que nos interesaran. Más aún: mi papá no quiso ir a visitar la Gran Muralla (que en verdad no se llama "gran" sino "larga"), no recuerdo si era pq se juntaba con algún (potencial) socio o sólo quería dormir un poco más. Ahora, el muñeco de cera que parece ser Mao sólo pasará a la historia de mis viajes para reafirmar que el mejor paseo se hace sola y exclusivamente por gusto propio. Así, Layyin nos acompañó durante parte del día siguiente, mientras visitábamos el Palacio de Verano... en invierno. Es un lugar que merece una visita por cada estación del año. Aún hay hutongs en la ciudad, pero pocos (sobre todo después de masacrar algunos para hacer los estadios olímpicos), y evidentemente lo peor fue visitar un hutong como turistas ñoños. Pero la cosa se arregló: después del pseudohutong, nos pusimos a caminar... ya ni me acuerdo a dónde queríamos ir, pero tuvimos suerte, porque empezamos a caminar, pasamos por un barrio de edificios antiguos, de uno o dos pisos, y por ahí... un hutong de verdad; medio restaurado, pero en ningún caso reciclado (así parecía aquél anterior visitado), y era precioso... de verdad que se sentía estar en otra parte, lejos de la modernidad, pero sólo al contemplar las construcciones: la ilusión desaparece al fijarse en las tiendas y las personas. También nuestra caminata nos regaló la vista de una lagunita congelada en que se podían arrendar patines o trineos, y la sensación de que las manzanas bañadas en caramelo no son chilenas: las vendían en todas partes, pero no manzanotas, sino manzanitas, como las de manzanos o membrilleros de flor. Ultimo día: regateo en el mercado de la seda, y comida árabe... no he probado suficiente comida árabe como para decir cómo estuvo esta vez, pero puedo dar mi opinión: me gustó, aunque los dulces guatearon: estaban secos, como hechos hace tiempo, o como importados envasados. Día siguiente: a Tiajin en tren a más de 300 km/h. Una feria de comida (target=tourists), un barrio "típico", con venta de mucho souvenir, gente pescando en en río congelado, sentados en una silla, con su caña de pescar, y el hoyo en el hielo, pa llegar a la parte no congelada del río. Igual que en los dibujos animados.
Pocos días en GZ, y tour nuevo. Esta vez era Guilin, donde hay cerros y montañas ultra-empinados, protgonistas de muchas fotos, y de un billete que no recuerdo de cuánto es. Incluyó subida a un cerro (caminando), un paseo en ferry (aunque la cosa la publicitan como crucero) de cuatro horas, también tenía almuerzo... ¿Qué más? hummm... ah!! entrada a una cueva... en verdad era un cerro -por fuera- pero por dentro... una cueva serpenteaba más de un kilómetro dentro del cerro... eran varios pisos, tenía un estanque adentro, y lo más notable: hecha por la madre Naturaleza. También hubo paseo en canoa de bambú, y visita a una pequeña villa que parece un teatro: un coro de niñas, gente tejiendo, bordando, hilando... pero todo se hace sólo si hay turistas. Hasta hay tipos que actúan como cavernícolas prehistóricos... deben haber sido inspirados por los Picapiedras. Después de ver que todo era falso (OK, sí tejen, sí bordan, sí hacen hilados, pero no es el objetivo de su trabajo; el objetivo es actuar para los turistas), creo que las señoras que se acercan a la laguna para lavar géneros (no sé si ropa o paños), que eran lo más realista del mundo (lo había visto en el río, viajando en ferry) no eran sino tongos del mismo cuento, y el toque de realidad se los daba la sencillez del trabajo y su cotidianeidad. Como reality show, que después de toda realidad también tiene una pauta a seguir.
Pocos días en GZ (una vez más) y hacemos nuestro último paseo: Xi'an. Este fue distinto: (des)organizado al andar. Compramos los pasajes con tan poca anticipación que sólo quedaban pasajes en primera clase... o lo que sea que va adelante en un 737, porque eran sólo dos "ambientes" dentro del avión. Es un poco mucho: aborde antes, beba jugo mientras el resto de la gente termina de llenar el avión; me preguntaron si quería desayuno (en vez de pasar y entregar al mismo tiempo), y como dije que no, me ofrecieron sólo fruta, a lo que dije sí. Me pusieron un pañuelote a modo de mantel en la mesita, y teníamos pantuflas (casi desechables) y visera pa taparse uno los ojos, y dormir, y vasos de vidrio, y... Tras todo aquello, debo decir que prefiero las butacas anchas, pero el servicio de clase turista... salvo por la posibilidad de satisfacer los antojos, que hay en las clases superiores. Que un pasaje en business cueste más del doble que turista es un abuso... podría simplemente costar el asiento y medio que se ocupa porque en verdad nadie necesita tener dos o tres empleados para tooodo el viaje, ni aunque sean todos multimillonarios. El viaje de vuelta fue normal: apiñados en clase turista. ¿Y qué pasó entre medio? Hummm... hotel más decente (incluye desayuno divino), un taxista que nos recomendaba lugares para visitar dentro de la ciudad, una van que nos llevase a donde quisiéramos fuera de la ciudad, mapas de la ciudad por gentileza del hotel... no conocimos todo lo que pretendíamos, especialmente yo, que me resfrié y me sentía a morir, pero fuimos donde quisimos, tranquilamente, sin tener que esperar a nadie. De hecho, me tenían que esperar a mí, cuando descubrí cierto rincón del mausoleo Qin, con muestras de tuberías y drenajes y laberintos pal agua. ¡Notable! Infaltables los guerreros de terracota y el museo de la provincia (Shaanxi), que traía la mansaniquecolección de objetos de la dinastía Chau (Zhou, según el sistema de transcripción)... ¡Sí! Mi apellido tiene dinastía... de hace como 3000 años, lo que es más antiguo que los terracotta warriors. ¿Qué más? Ah, sí... las termas... era como una especie de palacio (estilo chino, siempre), con varias piscinas y jacuzzis de piedra; emperador y emperatriz tenían cada uno su propio espacio para bañarse)... en un sector se conservan ventanas con los vidrios rotos, tras un tiroteo en alguna revolución del siglo 19 o 20... no sé cuándo, pero los períodicos ya existían (están en exhibición). No alcanzamos a subir al muro que rodeaba la ciudad. Digo, el muro sigue ahí, pero ahora la ciudad ya creció rodeando el muro.
Año nuevo chino, en GZ. Una feria puesta en una avenida, venta de durazneros en flor, mandarinos con fruta madura, unas cosas que parecen algo entre papayas y limones (siempre en sus ramas), crisantemos, y... chucherías: artesanía, juguetes... como la feria de domingo en Huérfanos y Estado. Ante la prohibición impuesta por mi abuela de viajar el tercer día de año nuevo, nos obliga a perder un día de re-correr HK. Finalmente sólo tuvimos dos días para recorrer lo que queríamos y comprar regalos y encargos. Eso fue inhumano. Si muriese hoy, sería una fantasma con asuntos pendientes, y de éstos el más grande sería terminar de conocer HK. Fuimos al jardín zoológico y botánico (dos en uno, entrada liberada), y ni siquiera pudimos recorrerlo todito: el hambre nos ganó. Y bueno, el tiempo tampoco nos sobraba, y teníamos que correr para todo, antes que cerrasen malls y mercado nocturno... con suerte alcanzamos a saber dónde estaba el ladies market, porque nos tuvimos que ir rápido: comeríamos en un barco, paseando por el estrecho entre la isla y Kowloon, mirando las luces de los edificios, que parecen estar bailando. ¿Buffet en un barco? No apto para gente que se maree más que yo. Corri dos días en HK y pasé como 30 horas en aviones y aeropuertos, para por fin aterrizar en Santiago. Yo sabía que amaba a esta ciudad, pero me impresionó saber cuánto la quiero en verdad. Es increíble aterrizar y saber que estoy en casa, aún cuando no he salido del aeropuerto.
Es increíble que McDonald's, KFC, Burger King, Pizza Hut y Starbucks, hagan que una se sienta más cerca de casa. No venden empanadas ni cazuelas, pero sí hay muchas cosas que se parecen a lo conocido... y cuando todos los desayunos contienen arroz de mil maneras, algo conocido es más que suficiente.