Habitualmente me resfrío un máximo de dos veces por temporada. Entiéndase temporada de resfríos: o sea, mientras hace frío, y las ventanas suelen estar cerradas, y los ya resfriados comparten la última versión del virus mutante que los atacó. Pues bien, si conté bien, y si mi mamá me enseñó a contar bien, este debe ser el tercero de la temporada. Y áun no es invierno.
Hoy decidí no salir. Ayer tuve un día suficientemente desagradable. La mala suerte se apareció más de una vez en el día. Primero cuando mis queridos (algunos más, algunos menos) compañeros de grupo llegaron temprano, completamente preocupados por el powerpoint que no han visto. Y me hablaban, y preguntaban, y proponían cosas nuevas para una presentación que yo no había visto aún, y que no sé si valía la pena seguir enchulando en vez de ponerse a estudiarla. Y yo... sólo quería llegar algo más temprano que ellos para poder escribir algo más en el informe. Yo quería terminar el informe... por lo menos quería ponerle todo lo que estuviera en mis manos, porque terminado-terminado, definitivamente no quedó. Y bueno, olvidé que el laptop de mi primix está recién formateado (ergo, no tiene MS Office, ni descompresores, ni nada de aquellos softwares que parecen obvios y resultan no serlo), así que sirve para menos cosas de lo que nos gustaría. Así que tampoco se deja utilizar por quienes quieren mostrar una y otra cosa que quieren poner en el famoso powerpoint. Y yo... bueno, dos días antes me dediqué pacientemente a comprimir los archivos del OpenOffice Portable, pa que ocuparan menos espacio en mi SD, y ahora no lo podía descomprimir.
Finalmente les pasé el archivo comprimido (en un 0%) que contenía la presentación del trabajo, y me dediqué a escribir aquello que pretendía escribir, para que cada pedazo de informe -plagiado y no plagiado, con sentido y sin sentido- se uniera con los demás, de una u otra forma, para conseguir una sola cosa uniforme, y no miles de conceptos separados que en sus espaldas llevan un objeto en común. A mis friends los mandé a la... cr... Crisol!
Cuando pude instalarme en un PC que no se pegara con mi Palm (los de las crisol se reinician, y luego no parten, y luego se vuelven a reiniciar... por gracia de los portables), pude escribir otro poco, terminar de enchular el informe y... bien, hasta q el mouse se puso idiota: el puntero se movía por toda la pantalla, pinchando barras, íconos, tratando de cerrar MS-Word... etc. Y se quedó quieto por fin. Pero el equipo ya no respondía. Lo reinicié, le cambié el mouse... y ni se asomó WinXP. En su lugar, la caja, torre, o CPU (o como se esté llamando ahora) empieza a chillar, y lo hace fuerte. Aaaaagggggghhh!!
Cambio de PC. Recuerdo que necesitamos los costos de las labores. Pero ya los neurotransmisores se me están bloqueando, y pa ganar tiempo le pido a algún otro integrante del grupo que los escriba. Y qué manera de haber gente que no atina!! Un paso más y me estarían preguntando de qué se trata el informe que vamos a entregar en media hora. Sali a tomar aire. Me descargué un rato. Volví. E hice la tabla yo misma.
11:30. Estamos en clase. Presenta un grupo, y seguimos nosotros. La profe y su instinto de comodidad llegan tarde. Soy una sinfonía de tos y mocos. Y la presentación se alarga tanto, que quedamos pa presentar en la tarde. Y no es en la sala, sino en el auditorio.
13:30. La profe y su instinto de comodidad llegan tarde. Había pedido que estuviéramos presentando a las 13:30, pero ni siquiera había pedido computador cuando reservó el auditorio. Y aún tenía que hacer el sorteo, para que dos -de nosotros siete- expusieran. Si lo hubiera tenido que hacer sola, habría dado más pena. Soy casi la misma sinfonía que en la mañana. Al menos tuve la suerte de poder toser cuando no estaba hablando. La Mili (que me apoyaba como soplona escondida) y yo peleamos con el profe invitado, por querer precisar el nombre de las máquinas pa mover tierra. Es que... que exista una pala mecánica polivalente, doble, cuya parte posterior tiene una retroexcavadora, no significa que la máquina entera se llame retroexcavadora porque la pala de interés está atrás, ni porque -por ello- el tractor deba retroceder si quiere trabajar con la pala en cuestión, ni porque así la conozcan todos los huasos. O sea, a este caballero le podemos vender una pala de brazo articulado que puede avanzar hacia atrás, bajo el nombre de retroexcavadora. Y también lo podemos estafar vendiéndole un bulldozer de verdad, cuando lo que en realidad él quiera sea una topadora. Que chori, no??
También es chori que yo haya sido la que habló sobre máquinas, mientras mi partner de la ocasión haya hecho la parte más femenina (o de menos mecánica). Y que entre medio sean dos minas las que más saben de máquinas en la sala... topísimo!, o no?? Si es iwal de chori que cuando los cabros de la escuela agrícola quedaban mirando con la boca abierta cuando me veían arriba del tractor, o el pendex que no me creyó que los tractores no tenían bujías (hasta que le preguntó al jefe de campo), o cuando estamos con mi sister en Sodimac mirando máquinas, tornillos, y comprando aglomerados óptimamente dimensionados -en el papel- por alguna de nosotras... para poder pagar sólo por una plancha entera.
Al final la jornada fue maratónica. Incluso le ofrecí comprar un café a la Mili por haberse quedado hasta tan tarde. Y me fui pa la casa... mareada en el Metro. Por eso preferí el colectivo por sobre la micro. Antes, pasé a comprar nuggets para llevar... que estaban fríos desde que me los pasaron. Y seguía mareada en el colectivo. Finalmente... llegué a acostarme en el sofá, a esperar que lloviera, no sin antes haber calentado esos nuggets, darme cuenta de que era martes, y me perdí Grey's Anatomy la noche antes.
Hoy no sólo botaba residuos de mi resfrío vía nariz y tos. También estornudaba. Y anduve mareada otro poco. Claramente ejercí mi derecho a vegetar sobre el sofá por hoy.
(Cambio de tema)
Hace dos o tres semanas, la psicóloga que escribe en la revista Ya tocó el tema de la "conversa", pero no recuerdo con qué título. Y no sólo recordé lo bonita que es esa palabra (con-versar = juntos-cambiar), sino también todas esas ocasiones en que yo pensé lo mismo que ella publicó aquél día: ¡Cuánto necesita la gente hablar! (O cuánto desean ser escuchados). Pero nadie se da el tiempo de escuchar a los demás. La inmensa necesidad de hablar, versus el nulo interés por escuchar. En la universidad, a la hora de las preguntas "personales" al profe, nadie respeta el turno de nadie: todos sacan sus garras para empujar y poder preguntar primero. "Las damas primero" se transforma en un eslogan de pura pose, tal vez para cuando quieren observarnos por detrás. Y si en alguna reunión se dan cuenta de que una (o alguien) no habla, resulta que los pacientes "escuchadores" pasamos a ser bichos raros, en lugar de héroes del altruismo.
Todavía existe gente que escucha, y gratis. Podemos estar resfriados, pero seguimos vivos.
¡Malditos egoístas con suerte! Yo todavía tengo que pagar para que me escuchen de verdad.