20131204

Castings: la fauna humana

Aproximadamente una vez al mes, recibo un llamado telefónico de una señora que tiene una agencia de "modelos". Lo pongo así entre comillas porque poco tiene que ver con personas altas y flacas arriba de una pasarela. Tiene que ver con comerciales, personajes y extras: es un híbrido entre la actuación y el modelaje. Póngale el nombre rimbombante que se le antoje: actores y modelos para cine publicitario es como le dicen más seguido, personajes para cortometraje publicitario es como le llamaría yo.

Puede intuir usted que la llamada tiene como objeto que yo vaya y participe de un casting para buscar caras que participen en una nueva y mágica miniproducción que tiene el propósito de ayudar a vender un producto o servicio. Y si me conoce usted, sabrá que casi nunca tengo ganas de ir. Aunque la recompensa es grande, cuando no se vive de esto, la comodidad está primero. En mi sano juicio no cabe la posibilidad de tener que perder una, dos... hasta ¡cuatro! horas haciendo una fila para pararse frente a una cámara de vídeo, sonreir, ponerse de perfil, mirar a la cámara y sonreir nuevamente, y volver a hacerlo exhibiendo el otro perfil. En ocasiones también hay que hablar, o actuar cortito... o bailar. Rara vez se tarda más de tres minutos. ¿Qué tal? Dos horas de espera para sacarse una foto frente a una cámara de vídeo por dos minutos, y súmele el tiempo y dinero del traslado. Quedar preseleccionado significará ir a otro casting, pero esta vez pagan 10 lucas por ir.

Para que no me tachen de alharaca, declaro que también se puede tener suerte y llegar a un casting, que esté vacío, y tardar 5 o 10 minutos en el proceso completo, espera incluida. Suele ser en febrero.

Pero volvamos a lo normal: la espera larga y tediosa. Toda agencia de casting tiene un área destinada a la gente que espera su turno, tal como ocurre en los centros médicos y demases servicios de atención de público. Claro que en esta área solo caben unas 10 personas, y estamos hablando de esperar a 20, 30, 50 (o más) personas que pasen antes que uno. Así es que se van colonizando pasillos de edificios, antejardines de casa-oficinas, veredas y/o veredones con gente que espera.

Hay (mucha) gente que va al médico y en la sala de espera tiene cara de padecimiento máximo, incluso cuando son víctimas de un hongo que recién empieza a carcomer una uña, o cuando solo van por un control de algo que en realidad ya está controlado (o sea, bien). Otros Otras tienen la necesidad de llamar por teléfono a alguien y contar que están en el médico, con lujo de detalles y siempre en tono de cosa grave. Pues bien, la sala de espera del casting también tiene sus personajes, y yo, fijona de nacimiento, los he notado.

Tengo que partir por describir a las me-creo-diva (o pseudodivas, palabra que me es más fácil tipear), reinas de todo casting (de sus salas de espera, en rigor), no hay casting sin que aparezcan ellas, de hecho, viven de esto. Modelos, rubias aunque sea por teñido porque, si no se va a ambientar el comercial en Oriente o en una tribu, siempre se necesitan rubias; siempre van bien arregladas sin que el maquillaje se note demasiado, envidiablemente regias, pero es raro que sean envidiablemente altas, suelen ser de estatura un poquito por sobre el promedio no más. ¿Cómo sé que viven de esto? Fácil: siempre están hablando. Hablan del otro casting (o callback, o grabación) al que tienen que llegar, incluso se puede conocer su agenda de la semana porque de una u otra forma termina recitándola en voz alta y siempre se repiten las tres palabras: casting, callback, grabación. Agregue una cuarta palabra: tengo (porque a las tres palabras anteriores, ellas tienen que ir, tienen que llegar a la hora tal, etc.) Incluso la forma que tienen para saludar da un indicio de quiénes son: ellas siempre saludan al personal (recepcionista, asistente, camarógrafo) cuando llegan, de una forma tal que por un segundo te hace creer que son amigos de toda la vida, hiper-happy. Luego te das cuenta de que hay veces en que es cierto que se acuerdan de él/ella, pero nunca han sido tan amiguis, y te das cuenta también de que muchas veces sólo se dan saludos-respuesta igual de amorosos para ser equitativos y no hacerles sentir mal.

Las pseudodivas casi nunca llegan solas, por eso hablan mucho, pero hablan demasiado fuerte; se supone que hablan entre ellas, pero se les nota que quieren que los demás sepan que ellas son mejores, porque saludan al personal como si fueran amiguis, porque tienen más experiencia, porque tienen más contratos, porque están vigentes... es su intento por marcar territorio. Ni siquiera miran mucho a los demás, solo ellas son importantes. Si ven que hay demasiada gente, se molestan, y por supuesto, se quejan a viva voz (que nunca lleguen solas no significa que lleguen todas en grupo de divitas, puede ser una amiga no más que no tiene idea de estas cosas), y si terminaron de quejarse, toman el teléfono, llaman a alguien y se quejan de nuevo. Y dentro de los "alguien" a quien llaman, se encuentra (¡pero claro!) su agente, quien probablemente no les dice mucho, porque solo se le ve cara de "OK+Decepción".

Como no toda la gente se dedica a hacer castings a diario por si acaso, suele ocurrir que algunos llegaron, se inscribieron y se tienen que ir antes de su turno de posar... pero pretenden volver más tarde cuando se desocupen de aquello más importante, y así se lo anuncian a las personas encargadas. Pero si hay una pseudodiva presente en el momento en que ese mortal vuelva a cobrar su lugar, habrá combo y patada... al aire. No se va a quejar formalmente, solo va a preguntar en su tono chillón: "¿Por qué "él/ella" entró antes si llegó recién?". Y la respuesta real no será satisfactoria para ella, y se dará vuelta y le dirá a su acompañante que eso no es justo, que si hay gente avisando que vuelve en cierto momento, entonces ella puede decirle a <inserte nombre de pila del agente> que llame antes para que cuando ella llegue la hagan pasar de inmediato. No contenta con decirlo una vez, dará una vuelta verbal para empezar a repetir lo mismo un par de veces más, y cuando se dé cuenta de que está puro hablando, tomará el teléfono para decirle a su agente que busque la forma de hacerla pasar antes. Y por desgracia, hay varias veces en que funciona, y la sonrisa de triunfo superior cuando sale del casting mismo, es imborrable.

Por fortuna, el salto en la fila no es existoso siempre, y ahí se quedan las pseudodivas quejándose de todo lo que se puedan quejar: el calor, la demora, el exceso de gente, el zapato lindo, feo, gastado, (in)cómodo, barato, etc., y por supuesto, vanagloriándose de toda experiencia pasada en comerciales de televisión. Aún así, lo simpaticonas a la hora de saludar al camarógrafo no se lo quita nadie.


(Esto se está haciendo más largo de lo que creí en un principio).
Continuaré...