Y mi respuesta a esas preguntas que se hacen para el otro lado, parte con otras preguntas: ¿por qué les importa? y más importante aún, ¿por qué les molesta?
Hubo un tiempo en que el gran problema era que les molestaba que no terminara mi tesis... lo único que querían era que la terminara, que me titulara, etc. Como si mi mundo se fuera a arreglar por eso. Sé que no se iba a arreglar, sé que no iba a ser más feliz porque... ¿por qué habría de serlo? Incluso una vez se lo dije a Sergio: "te apuesto a que después solo vienen más peticiones para hacerlos feliz: que trabaje, que me case, que tenga hijos..." Incluso una amiga me dijo que yo sería feliz si encontrara algo productivo qué hacer. Unos años después, me dice que yo sería feliz si tuviera un bebé.
La verdad, es que si yo tuviera un bebé se lo entregaría a esta amiga, o a mis padres, o a cualquiera de esas personas que dijeron que un bebé me haría feliz, porque la verdad es que yo no quiero ni necesito un bebé: ellos lo quieren y ellos lo necesitan. Siempre los demás necesitan de mí. Siempre. Ese ha sido todo el sentido de mi vida.
Desde que tengo cuatro años que noté lo mucho que me necesita el mundo: ayúdame a cuidar a tu hermanita, ayúdame en la caja, ayúdame a vigilar... Todo acompañado de un "ya eres grande". En resumida cuenta, llevo 27 años siendo grande y necesitada por los demás. El aprecio que siento de parte del mundo está directamente relacionado con mi utilidad y nada más (si hasta la hermana de Sergio parece que recurre a mí para las tareas escolares difíciles de su hija). ¿Trabajar yo? Sí, con gusto, todo sea para que el mundo deje de molestar pidiendo favores.
Pero no he podido: soy representante legal de una compañía de mi padre, quien siempre dice que necesita una firma en forma urgente. He tenido muchas veces que dejar todo botado para cruzar la ciudad y firmar un documento. Siempre es urgente, siempre me pide que corra. Pero las pocas veces en que me ha sido realmente imposible, resulta que "no importa, se puede firmar mañana". Ahora "trabajo" con él: la diferencia está en que paso el día jugando Farmville y perdiendo el tiempo en redes sociales, porque ya ni siquiera me paro a cocinar o a ayudar realmente a alguien, cosa que era más frecuente cuando me quedaba en casa. Ahora solo me siento a esperar a que llegue un día en que se necesite una firma, o una transferencia electrónica. Y no exagero cuando digo día. La verdad, era más productivo quedarse en casa.
Una vez le dije a mi papá que no quería seguir prestando el nombre. Se enojó, resopló, me gritó: "te estoy pidiendo que me ayudes, ¿por qué no me puedes ayudar?" y la verdad es que no hay motivo para no ayudarle, excepto que ayudarle así me perjudica a mí, pero él es demasiado ciego para aceptarlo, o demasiado tonto para entenderlo.
Por otra parte, tengo novio. He tratado el tema de irme a hacer controles de calidad en destino (o sea, trabajar en el extranjero)... pero solo recibo caras de pena y preguntas "¿por qué? ¿y yo, qué? ¿qué voy a hacer yo?". Cuando mi hermanita era más chica, le conté que yo podría trabajar en otro país y se puso a llorar. Antes el motivo fue ella, ahora el motivo es él. Misma cosa pasa si se trata de ir a otra ciudad. Parece que si quiero trabajar en otro lugar, debo encontrar dos trabajos: uno para mí, uno para mi novio.
Pero tampoco se puede: mi novio no puede arrendar su departamento durante un plazo de cinco años, porque recibió un subsidio para comprarlo, y entre las reglas del juego está la prohibición de vender o arrendar en ese período de tiempo. Hasta el momento —incluso dejando la representación de la empresa— todo me mantiene en Santiago.
Y de los 15 anuncios a los que postulé en un año, recibí una sola entrevista que no prosperó. Sin embargo, me llamaron meses después, desde la misma empresa para ofrecerme otro trabajo... que tuve que rechazar porque estábamos empezando un negocio y preparándonos para vender en un evento ferial... en la misma fecha en que empezaba este trabajo. He postulado a otras cosas, sin resultado positivo. A veces parece que tendré que mentir para obtener un puesto. Tengo conocidos que lo han hecho. Pero yo me niego a mentir.
Tampoco es que los anuncios de trabajo sean muy abundantes. La verdad es que no son escasos realmente: lo escaso es un trabajo en Santiago que no implique ventas (si hay algo que sé es que soy pésima vendedora), que no requiera de poseer un auto, y que no exija varios años de "experiencia en cargo similar".
Tener un padre que me ha insultado toda la vida no ha ayudado en nada. Muchos años de psicólogo y psiquiatra solo me han llevado a la conclusión de que su forma de tratarme ha sido la causa de todos mis males. Muchas veces
Si usted cree que yo necesito terapia otra vez, créame que yo creo lo mismo.