Últimamente tengo miedo... de esos miedos que sabes que no debieras tener, de esos miedos que sabes que pueden ser nada. Tal vez no tan 'nada' como el miedo a que se caiga el avión, pero mucho más que el miedo a que te roben/choquen el auto prestado que tuviste que dejar estacionado en plena calle porque no quedaba de otra.
Y para qué explico más si el título ya lo puse: le tengo miedo a la gente.
Arrogancia, prepotencia, violencia y demases faltas de respeto siempre han existido. Hoy siento que se han multiplicado. Si hasta Sergio anda por la vida pensando en cómo desquitarse con el siguiente conductor que le toca nerviosa y odiosamente la bocina a todo el mundo (caso en que no sé a quién le tengo más miedo... si en el fondo la conducta es la misma).
¿De dónde sale tanta ira? Ni idea. En realidad parece que todos necesitan desquitarse con algo o con alguien, y culpar al sistema. Sistema que poco se entiende... ni siquiera estoy segura de que haya realmente un gran sistema o ente que sea la causa de todos los males que la gente necesita descargar. La cosa o el punto es que 'el sistema' no es el objeto del desquite, sino las personas. Eso de creer que desquitándose con la telefonista es atacar a ese sistema (o en este caso a la empresa que funciona mal) es ser iluso.
El asunto seguirá cuando la telefonista ofuscada por el maltrato recibido por el cliente X, ande de mal humor y se decargue con otra persona... probablemente otro cliente, porque —seamos sinceros— no importa que ese otro cliente no le haya hecho nada malo, al final del día todos los clientes caen en el mismo saco como genéricos (commodities) de lo que sea.
Y así, clientes más enojados porque no los trataron bien. Personas que ahora necesitan descargar la ira en otra parte. Digamos otra vez las cosas como son: nadie se da vuelta a increpar al que le hizo enojar. Lo normal es buscar el desquite o contra un inocente, o contra un culpable de cualquier otra cosa. Y vamos multiplicando, como en "Cadena de Favores". Ahora sumémosle a la historia todas las empresas que funcionan mal, y en el resultado parcial ya tenemos a la mitad del país bien irritada.
Como la gente enojada tiende a ser o volverse desesperadamente violenta, "el sistema" decide que hay que tratarlos mal a todos por igual. Casi como delincuentes: Prohíbanles todo, oblíguenlos a hacer sólo eso, a comprar sólo eso otro, a no transitar por ahí... sólo hay derecho a hacer lo que se ha establecido incluso fuera de la Ley, sin mucho sentido más allá de la represalia ciega. Y como en un flexágono, las cosas vuelven a mostrar su cara una y otra vez, desde un punto de vista y desde otro aparentemente igual... siempre las caras ocultas vuelven a salir.
Terminamos con un mundo enojado. Todos contra un sistema del que dicen no formar parte, pero conforman un sistema complementario igual de malo, o peor: un sistema de gente mala sin siquiera querer serlo y sin hacer nada por salir de ahí, porque no tienen idea de que están ahí.
Y yo... haciendo esfuerzos por saludar al chófer de la micro, dar las gracias, no desquitarme con los telefonistas que nunca han tenido culpa de nada... haciendo esfuerzos para que el mundo funcione bien, tengo terror de encontrarme con esos que hacen las cosas mal, que se van a desquitar conmigo de la peor manera posible, por algo que ni les he hecho ni les haré... que se van a descargar conmigo por algo que no he pensado... que van a odiarme porque tienen ganas de odiar a alguien... ¿Quién me va a defender de la gente?
Menstruación, día uno. Sï puede ser que ande más sensible de lo habitual. Incluso (otra vez) quiero ser tonta y feliz)