20091219

Así es...

Estoy aburrida Perdón... digo... Sigo aburrida. Los días pasan, y a veces parece que el tiempo se hubiera detenido, pero sólo para mí. Gracia sería que se detuviera para todos.

Cambié de psicólogo hace casi dos meses... en verdá nunca enganché con el anterior, ni con la anterior a ése. Hubo que poner en práctica lo que solía decir, y que olvidé: cada vez que me alguien me preguntaba cómo elegir psicólogo, yo respondía "ve con cualquiera, y si no te gusta, te cambias". Eso sí, el consejo trae segunda parte, porque a veces las cosas son tan poco claras (y las consultas tan cortas) que no se alcanza a plantear todo aquello que parece ser el problema: "si sientes que faltó tiempo y que vale la pena una segunda oportunidad, dale no más". Pero lejos de la tercera es la vencida, sólo porque mi experiencia en primeras veces con psicólogos dicen que con dos intentos es suficiente. Si no se está suficientemente cómod@ a la primera ni a la segunda, la tercera sólo será más de lo mismo. Estas son las cosas que se recuerdan al recapitular... al mirar de una sola vez todas las veces que he ido al psico. Mirando de nuevo esas muchas cosas "psicologo-lógicas", me sorprendo al pensar en cómo fue que llegué a tener psico nuevo: Sentía que tenía un problema nuevo... en verdad el problema era viejo, sólo que no sabía que era tan importante... tanto como para ser el problema nº1. Y sentí que abría los ojos y todo era nuevo, y necesitaba alguien nuevo para ayudarme a pensar en este problema (no tan) nuevo. Unas palabras similares usé ante el loquero, cuando le dije que me daba cuenta de lo que ocurría, y me preguntó si acaso sería un psicólogo en vez de psicóloga... y yo, la verdad es que ni lo había pensado... yo decía "psicólogo" así como decimos "nosotros" en un grupo de 5 mujeres y un hombre (hasta el idioma es machista), y me di cuenta de que sólo había tenido psicólogas. Luego, el género al que perteneciese mi nuev@ terapeuta me volvió a no-importar, y eché a correr la suerte... y llegué a un nuevo psico... y aunque no me importe mucho que pertenezca al sexo opuesto, no puedo dejar de pensar en que eso puede haber sido una bendición, porque (Oh! Demonios!!) la perspectiva desde la que me están haciendo mirar es increíblemente distinta... tanto que fui capaz de desclasificar mis primeros deseos suicidas... cosa que tenía tan escondida que nunca la recordaba al hablar de mi vida o de mí.

Ahora, ¿Qué diablos es esa "comodidad" con la que se habla de todo frente a un extraño? En mi caso, no soy muy buena para narrar mi mundo interior, así es que necesito que me pregunten cosas, lo que sea... algo extra aparecerá con cada respuesta. Necesito sentir que hablo con alguien, pero que a la vez hablo con nadie; o sea, hay un individuo que me escucha, que piensa en lo que le digo, que me critica lo que diga que piense o que haga, pero no me está criticando a mí, sino que me ayuda a pensar en mí. Es como tener un cerebro extra: dos cabezas piensan más que una, pero es necesario que ambas sean igual de buenas pensando, y eso significa sentir que me están entendiendo. En una primera sesión (y con mi historial) eso es difícil, pero mis entrañas sintieron que si hay un individuo frente a mí, que escucha atentamente, sin poner cara de crítica personal, y que usa zapatillas de lona al mismo tiempo que un pantalón de casimir o gabardina, debe ser capaz de entenderme a mí, que me gusta la mezcla que resulta de usar falda y zapatillas... (en lugar de falda y sandalias). Una segunda sesión parecía valer la pena. Y lo fue. Ahora pienso en las mismas cosas, pero en forma muy distinta. Mi comportamiento aparente no cambia en nada, pero yo me siento un poquito menos insignificante que antes.

Así es.