Hace tres semanas, di mi última vuelta por Buenos Aires. De repente siento que fue el día más relax de todos los que estuve por allá. Puede haber sido el fin del estrés, pero corrimos como locas, o casi.
Nos levantamos temprano (tan temprano como se puede), tomamos desayuno (las únicas medialunas decentes en UNA semana, por cambio de hostel), y nos fuimos al zoológico. Ya ni preguntábamos qué colectivo nos dejaba allá. Ya podíamos sobrevivir solas, aún con el plano en la mano, pero podíamos sobrevivir preguntando casi nada. Recorrimos el zoo en su versión básica (la entrada general costaba AR$8; por más y más pesos se le podía sumar paseo en bote, reptilario...) porque... a las 18 horas, despegábamos... o sea, partía nuestro bus (que no volaba). Y nos fuimos a comprar y tratar de comprar lo que ya se nos estaba quedando en la lista de compras... la Nico no encontró la ropa del maniquí que vió antes en tres ocasiones tras la vitrina de una tienda cerrada. Y salir a comprar vinos fue... entretenido.
En primera instancia quería comprar en una tienda que quedaba cerca del hostel. Ni idea cómo se llamaba la tienda. Está en la calle Tucumán, como en el 500 y algo... cerca de calle Florida... un letrero gigantesco con fondo color vino tinto y letras creo que amarillo claro... en fin, que nadie, pero es que NADIE compre ahí, por favor. Obviamente queríamos comprar Malbec argentino, pq si no, qué gracia tiene, cierto? Entonces, como de vinos y bodegas argentinas no tengo idea, lo que hago es preguntar, y me ofrecen y me ofrecen cosas que no tengo idea qué son, pq insisto (tal vez mi cara insiste) en que no tengo idea de vinos argentinos. Y aquí viene lo bueno: me ofrecen degustar. Qué chori!! Y lo chori llegó hasta que ví un montón de lindas copas, algunas botellas, todas sobre una mesa con mantel... No había dispensador de vinos!!! En fin, probé un Malbec cuya viña ya olvidé (empezaba con A...); en la copa era precioso, el color, las lágrimas que formaba en el cristal, de aroma... bien, y de sabor... bueno... partió bien, y termino mal. Como todo vino que se oxida por estar abierto un buen rato. Lo hago notar, y el vendedor ni idea de qué hablo. De hecho, me respondió que estamos en una tienda de vinos, así que hay seguridad ahí. What?! Este está creyendo que yo creo que el vino sabe mal pq le echaron algo?? No way!! Así no se puede vender vino!
Ahora pregunto por el precio de aquella maravilla oxidada, y el gran reserva cuesta como 89 AR$ lo cual es más o menos lo que yo pensaba gastar en dos botellas. En fin, pa no decir "y no tiene uno más barato?", digo... "pero ése tiene madera, más de lo que quiero", y pregunto por algún varietal... (vendedor con cara de "Yo hablar sólo español")... y un segundo después especifico que busco un vino sin madera. Y de bien arriba en la estantería me pasa uno, en cuya etiqueta posterior se lee clarito que el vino estuvo "3 meses" en roble. Y el vendedor pone cara de susto, mientras le entrego la botella... y se pone a leer la misma etiqueta... hello? No me cree?! Y se defiende diciendo que tres meses es nada, mientras vuelve a poner la botella en su lugar. Luego agrega que ese era el vino con menos madera que tenía. Cómo que tres meses es nada??? En fin, pregunto si sabe en dónde hay otra tienda de vinos, y me dice que en Galerías Pacífico, así q p'allá voy.
A diferencia de lo que se imaginaría cualquier santiaguino, Galerías Pacífico es un mall, y es precioso, y tomar fotos está más que permitido, a diferencia del Shopping Abasto... que al final es más fotogénico por fuera que por dentro. Pero bueno, en el piso -1 de Galerías Pacífico, está Tonel Privado, en el estilo de El Mundo del Vino, aunque un poquito más sencillo. Acá sí pude comprar. No necesito que el vendedor sea tan regodión como yo a la hora de tomar vino. El que me atendió acá sabía lo que tenía pa vender y mostraba lo que se le pedía, y con eso me basta. Me llevé cuatro malbecs por la misma plata que me cobraban en la otra tienda por un gran reserva, que por cierto, en Tonel Privado estaba como a 68AR$, o sea... mucho más barato!!
Conclusión: a juzgar por el letrero de la tienda de calle Tucumán, la weá está hecha pa cagar turistas bien gringos que no tienen idea de vinos. Por dentro, en todos lados tienen letreritos que te dicen que tal o cual vino sacó 88, 90, 94 puntos según la gente de Wine Spectator, y de hecho, el mismo letrero gigante del frontis dice que la tienda es recomendada por the Wine Spectator... lo cual no he podido comprobar, pq acabo de entrar a la web de ellos y no aparece dicha tienda en la lista de wine shops (sólo sale la Boutique del Vino, y su dirección no está en la misma calle), venden puros vinos asegurados por sus puntos, y con madera, madera, y mucha madera... que debe ser para el vino lo mismo que la ropa para el ser humano: protege, esconde defectos, te puede hacer ver mejor, y cuesta plata.
Quedé más que feliz con mi compra de vinos. Ya descorchamos el varietal más rasca que compramos (Malbec 2007 de Trapiche, por menos de 12AR$) y estaba bastante sanito, con harto gusto a berries... sin defectos notables, sólo algo aguado... me llegué a imaginar que la fruta venía con tanto azúcar que le pusieron agua pa bajar el alcohol... como graduando destilados.
Dejen que mi imaginación trabaje... ya que el resto de mi cerebro parece no querer ponerse...